Cuando se produce el diagnóstico de una enfermedad crónica suele suponer un shock tanto para el paciente como para el entorno familiar. La vida cambia, en mayor o menor medida, y eso no deja de afectar al día a día. “Un diagnóstico de enfermedad crónica suele ser un golpe emocional que sacude no solo al paciente, sino también a su red de apoyo más cercana.
Para el paciente, puede implicar un duelo por la pérdida de su salud previa y una incertidumbre sobre el futuro. Para la familia, y especialmente para la pareja, supone la necesidad de adaptarse a una nueva realidad relacional que puede generar miedo, frustración y una sensación de sobrecarga emocional”, nos comenta Silvia dal Ben, del equipo de psicólogos de Unobravo, que explica que reconocer este impacto inicial es fundamental para comenzar a gestionar la situación de forma saludable y cuidar la relación y los individuos.
Problemas tanto de salud física como mental
Le planteamos a la experta si piensa que hay diferencias en el caso de que se trate de una enfermedad que afecte a la salud física o a la salud mental. “Sin duda, aunque ambas comparten desafíos significativos, existen diferencias clave. Las enfermedades físicas suelen ser más visibles, lo que facilita el reconocimiento de su impacto. Sin embargo, esto no evita que puedan generar sentimientos de avasallamiento o miedo.
Cuando el diagnóstico es la depresión
Entre los problemas de salud crónicos que pueden diagnosticarse se encuentran los cuadros depresivos. La depresión es mucho más que una tristeza prolongada. Se trata de un trastorno complejo con síntomas físicos, emocionales y cognitivos que afectan todos los aspectos de la vida, incluyendo las relaciones de pareja. Entre los síntomas más comunes se encuentran: Físicos (Fatiga extrema, alteraciones del sueño, falta de energía); Cognitivos (dificultades de concentración, pensamientos distorsionados y sensación de inutilidad), y emocionales (irritabilidad, aislamiento, pérdida de interés en actividades e incluso disminución del deseo afectivo y sexual).
Cuando la enfermedad crónica implica dependencia
Hay enfermedades crónicas que van deteriorando al paciente y este comienza a requerir de más y más ayuda, volviéndose incluso dependiente. ¿Cómo debe afrontar, desde el punto de vista psicológico, esa situación la persona que convive con el paciente? “Es fundamental que la persona que asume el rol de cuidador equilibre el apoyo que brinda con el cuidado de sí misma. La dependencia progresiva puede generar sentimientos de agotamiento, frustración o incluso culpa”, indica la psicóloga, que resume en 4 sus recomendaciones básicas.
Los principales desafíos psicológicos
Los expertos del servicio de psicología online Unobravo nos detalla que es común que los síntomas de la depresión o el impacto de una enfermedad física grave se interpreten como falta de interés o amor, lo que genera reacciones de desapego o confrontación en la pareja. Esto puede llevar a ciclos disfuncionales: la persona enferma se retrae emocionalmente, lo que alimenta el sentimiento de abandono en el otro miembro. A su vez, la pareja sana puede responder con frialdad o reclamos, intensificando el distanciamiento.
¿Hay casos en los que los lazos se refuerzan?
Sin embargo, hay casos en los que incluso se refuerzan. Lo confirma la especialista, que explica que enfrentar juntos una adversidad puede fortalecer la relación si ambos logran construir un espacio de empatía mutua y apoyo. “Muchas parejas encuentran un propósito compartido al cuidar el uno del otro, lo que puede profundizar su conexión emocional. Esto no sucede de forma automática, y puede necesitar la ayuda de un profesional. Pero cuando se trabaja conscientemente en mantener una comunicación abierta, expresar gratitud y buscar apoyo externo cuando sea necesario, la pareja puede salir fortalecida incluso de una situación tan difícil”, nos cuenta.