El trastorno bipolar es una condición clínica que afecta entre el 2 al 3 % de la población, se estima que sólo en los Estados Unidos de América 5,7 millones de personas son diagnosticadas con esta condición.
Factores genéticos y biológicos están involucrados en su origen.
La enfermedad se caracteriza por momentos en el cual el paciente presenta lo que denominan los especialistas en salud mental un episodio de manía o de hipomanía y en algunas ocasiones puede estar la persona deprimida.
Para que una persona sea diagnosticada que tiene trastorno bipolar debe haber tenido un episodio maniaco o hipomaniaco. Suele manifestarse en la adolescencia tardía o en la adultez temprana.
La clave para el buen pronóstico del paciente es el diagnóstico precoz y la constancia del seguimiento y tratamiento.
Es necesario recibir medicación para controlar la enfermedad, reducir la frecuencia, la intensidad de las crisis y limitar el impacto sobre la salud del paciente.
Dentro de los trastornos mentales, la enfermedad bipolar es una de las más difícil de manejar.
En algunas circunstancias no es fácil hacer el diagnóstico, en especial porque puede comenzar con un episodio depresivo, lo que lo hace indistinguible de un trastorno depresivo, en estos casos no sabemos quién va a desarrollar un episodio maniaco o hipomaniaco.
En los niños las dificultades diagnósticas se incrementan. Dependiendo de la etapa de la niñez en que se encuentre, una manera de pensar, expresar y controlar las emociones lo caracteriza y esto puede modificar como se expresan los síntomas.
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), fue propuesto un nuevo diagnóstico, el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
Esta condición se caracteriza por que los niños están con un ánimo irritable, de manera constante, y experimentan estallidos frecuentes y graves de humor que no guardan proporción con el desencadenante.
La finalidad fue agrupar a los niños que en el pasado pudieran ser candidatos para el diagnóstico de trastorno bipolar en la infancia, pero no habían desarrollado un episodio maniaco o hipomaniaco franco.
La irritabilidad que caracteriza a los niños con este diagnóstico se asoció con los trastornos del estado de ánimo unipolares, pero no bipolares. En los próximos años será necesario recoger datos y realizar trabajos para determinar la pertinencia de esta propuesta. (HolaDoctor.com).