¿Alguna vez has pensado en cuánto te quejas a lo largo del día? Quejarse es casi un reflejo, una respuesta automática a todo lo que no nos gusta. Pero, ¿qué pasa cuando la queja se convierte en un hábito? Luis García Ruiz, escritor, conferenciante, mentor de negocios y fundador de la Escuela de Aprendedores y autor de varios libros, nos explica cómo este mecanismo, aunque natural, puede ser una cárcel emocional que nos aleja de la solución y nos ancla en el malestar.
¿Qué es exactamente una queja?
Queja viene del latín quassiare, de quassare, que significa golpear violentamente, quebrantar, y expresa un dolor, una pena, resentimiento, desazón… Una amplia gama de sensaciones que transmite cómo nos sentimos o percibimos un hecho, un acto o una situación que nos disgusta o genera malestar y, por tanto, conlleva una crítica, pero con una relación en común: su carácter negativo.
¿Por qué las personas se quejan con frecuencia?
Es obvio que quien se queja está insatisfecho. Lo malo es que algunas personas eligen la queja como respuesta universal a todos sus problemas. Emplean más tiempo y energía en lamentarse que en buscar soluciones para eso que les causa tanta insatisfacción.
¿Qué efectos tiene la queja en el estado de ánimo?
Hay una diferencia entre compartir cómo te sientes o plantear un problema específico con el objetivo de recibir consejo o ayuda, y simplemente quejarse sin intención de actuar para cambiar la situación.
Cuando la queja pasa a ser un estilo, un hábito y una tendencia predominante ante situaciones de malestar, se convierte en una estrategia contraproducente y perjudicial para nuestra salud psicológica, física y social.
¿La queja constante afecta a las relaciones personales?
La queja a menudo crea un ciclo en el que te sientes mal contigo mismo y con tu vida. Cuanto más te quejas, más negativo se vuelve tu estado mental, lo que a su vez te lleva a quejarte aún más. La incesante manía de quejarse termina desgastando las relaciones y alejando a las personas de tu vida. La negatividad crónica puede ser agotadora para quienes te rodean, lo que puede afectar tus relaciones y tu sensación de conexión.
¿Por qué algunas personas se quejan más que otras?
Hemos escuchado la queja constantemente y eso nos lleva a estar quejándonos las 24 horas del día. A veces, por sacar conversación, empezamos a contar nuestras penas y nos hemos acostumbrado a ello, siendo nuestro tema estrella. Estar juzgando al otro y a nosotros mismos, buscando ese fallo para poder criticarlo y quejarnos sobre lo que nos ha pasado o nos han hecho.
Todos nos quejamos en algún momento. Y en determinadas ocasiones, nos quejamos mucho más. Probablemente, todos necesitamos quejarnos como una vía de escape en alguna situación. En una buena medida, la queja es una forma de desahogarse, de expresar una emoción, de liberar una tensión.
¿Qué consecuencias físicas puede tener quejarse demasiado?
Algunas investigaciones parecen sugerir que la queja continua incrementa los niveles de cortisol, lo que hace que aumente la vivencia de estrés y que el organismo se sitúe en una situación similar a la del ataque o la huida.
Si las quejas del trabajo se tornan habituales, se vuelve más automático notar lo negativo, y más desafiante percibir lo positivo sobre otras cosas en la vida. Las quejas frecuentes nos ponen en el mismo tipo de riesgo que el estrés crónico. Cuando la mente percibe una amenaza, como sucede cuando nos recordamos constantemente lo mal que están las cosas en el trabajo, se activa la respuesta al estrés del cuerpo. Las quejas te pueden enfermar a nivel físico y emocional.
¿Cuál es la diferencia entre quejarse y expresar una preocupación legítima?
La queja es, en esencia, la expresión de una emoción, y es preferible expresar lo que sientes que reprimirlo, siempre y cuando no cause daño a los demás.