El dolor es una señal que el sistema nervioso envía para indicar que algo está mal o que existe el riesgo de una lesión.
El objetivo de esta advertencia es evitar o reducir el impacto de los posibles daños y prevenir el estrés que esa situación desencadena. Aunque al dolor muchas veces se lo utiliza como un término único, existen distintos tipos. Aquí vamos a repasar qué es el dolor crónico, en qué se diferencia del dolor agudo y cómo se lo puede tratar.
¿Qué es el dolor crónico?
A grandes rasgos, el dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable. Puede diferenciarse en dos tipos:
Agudo: permite saber que existe una lesión o problema que se debe atender. Suele aparecer rápidamente, es intenso y no dura mucho tiempo. Este dolor desaparece una vez que la persona se repone de la lesión que lo originó.
Crónico: es una afección grave, que puede causar complicaciones que van más allá de los síntomas físicos que presenta en un principio. Este dolor puede durar varios meses o años, e interferir con el desarrollo de las actividades cotidianas.
El dolor crónico puede afectar a cualquier persona, aunque suele ser más común entre las mujeres y adultos mayores. También puede afectar cualquier parte del cuerpo, sus principales síntomas son:
Ardor.
Malestar.
Palpitaciones.
Presiones intensas.
Punzadas.
Rigidez.
Muchas veces, las personas con dolor crónico experimentan otras señales de malestar como consecuencia de las limitaciones que esta lesión provoca en sus actividades cotidianas:
Ansiedad.
Depresión.
Cambios en el humor.
Desorientación.
Frustración.
Irritación.
Problemas para dormir.
A diferencia del dolor agudo, que ocurre tras un golpe o daño, el dolor crónico puede tener su origen en una vieja lesión, una cirugía previa, una infección, o una enfermedad, como artritis, cáncer, o fibromialgia.
Cómo tratar el dolor crónico
Por sus graves consecuencias, dificultades para llevar adelante la rutina y su presencia durante largos períodos de tiempo, tratar el dolor crónico es fundamental. Sin embargo, es un proceso complejo que dependerá de muchos aspectos, como la biología, antecedentes personales, o contexto en el que se vive.
Los profesionales de la salud suelen realizar diagnósticos y recomendar distintos tipos de medicamentos:
Antidepresivos y anticonvulsivos
Como su nombre lo indica, son medicamentos que se recetan para controlar la depresión o prevenir las convulsiones epilépticas, aunque también parecen ser efectivos para tratar causas del dolor crónico, como dolor de espalda, fibromialgia o neuropatía diabética.
Precauciones: los efectos secundarios de estos medicamentos suelen ser leves, e incluyen dolor de cabeza, mareos o nauseas. Sin embargo, si experimentas cambios en tus patrones de comportamiento, deberás consultar cuanto antes con un profesional de la salud para prevenir posibles complicaciones.
Marcas comerciales: amitriptilina y nortriptilina (Pamelor), duloxetina (Cymbalta), milnaciprán (Savella) o venlafaxina (Effexor XR), entre otros.
Antiinflamatorios no esteroides (AINE)
Estos medicamentos inhiben a determinadas enzimas que liberan daños en los tejidos del organismo, llamadas ciclooxigenasas.
Precauciones: aunque reducen el dolor y la inflamación, si no se los toma como corresponde y se superan las dosis recomendadas, pueden provocar efectos secundarios, como presión arterial alta, náuseas, ulceras, y problemas renales.
Marcas comerciales: Ibuprofeno (Advil o Motrin IB), naproxeno sódico (Aleve), entre otros.
Inhibidores selectivos de la COX-2
Estos medicamentos buscan reducir los efectos secundarios de los AINE, ya que actúan solo bloqueando la enzima COX-2, que es más probable que cause dolor e inflamación.
Precauciones: a pesar de sus efectos beneficiosos, se aconseja tomar la dosis eficaz más baja de inhibidores selectivos de la COX-2, durante el menor tiempo posible, y realizar seguimiento con un médico, ya que en exceso pueden provocar ciertos efectos secundarios, como dolor de cabeza, o retención de líquido.
Marcas comerciales: Celecoxib (Celebrex).
Opioides
Estos son medicamentos suelen recetarse para aliviar dolores agudos, aunque en algunos casos pueden utilizarse contra el dolor crónico. Actúan imitando a unos químicos que produce el cerebro para aliviar el dolor, llamados endorfinas.
También amortiguan otras funciones de las células nerviosas, como la frecuencia cardíaca, estado de alerta o respiración.
Precauciones: actualmente, los opioides provocan la mayor cantidad de muertes por sobredosis en EE. UU. Esto se debe a que, con el tiempo, el cuerpo desarrolla tolerancia, es decir, necesita cada vez más de un medicamento para alcanzar el grado de efecto inicial que alivió el dolor. Esto a la larga puede generar dependencia, adicción, y abuso de los opioides.
Marcas comerciales: fentanilo (Actiq, Duragesic o Fentora), Hidrocodona (Hysingla ER o Zohydro ER), oxicodona-paracetamol (Percocet o Roxicet), entre otros.
Paracetamol
Aunque este medicamento suele recomendarse para tratar el dolor leve a moderado, también se usa para aliviar el dolor crónico. No trata la inflamación, solo el dolor.
Actualmente, no se sabe cómo funciona el paracetamol, aunque se cree que podría existir un tercer tipo de ciclooxigenasa, la COX-3, que este medicamento bloquea.
Precauciones: es más seguro que otros analgésicos no opioides debido a que no causa efectos secundarios, pero si se consume en exceso durante mucho tiempo, puede causar daño hepático o renal.
Marcas comerciales: Paracetamol (Tylenol).
Terapias y medicina complementaria
Por el riesgo de efectos secundarios o adicción que algunos de los medicamentos antes desarrollados pueden provocar, muchos expertos suelen inclinarse por otro tipo de tratamientos contra el dolor crónico:
Acupuntura: es una técnica que consiste en penetrar la piel con pequeñas agujas en puntos específicos del cuerpo. Se busca estimular ciertas terminaciones nerviosas del cuerpo para aliviar el dolor.
Ejercicio: se recomienda optar por actividades físicas de bajo impacto, como nadar, caminar o andar en bicicleta, aunque poco a poco se puede aumentar la intensidad. Tu cuerpo determinará qué ejercicio e intensidad es efectiva y cuál no.
Fisioterapia: es una disciplina que ofrece tratamiento terapéutico no farmacológico, es decir, no usa medicamentos. Se recurre a ejercicios, elongaciones, estiramientos o aplicación de agentes físicos como agua, electricidad, frío/calor, láser, o ultrasonido.
Terapia conductual: incluye métodos que buscan relajar el organismo y disminuir el estrés. Algunas práctica o técnicas reconocidas dentro de la terapia conductual son la meditación, el tai chi o el yoga.
La intensidad y presencia a lo largo del tiempo del dolor crónico es difícil de determinar. Por eso, es importante cuidar nuestro cuerpo.
Una buena forma de hacerlo es durmiendo lo suficiente, en horarios regulares, mantener una dieta saludable, controlar los trastornos emocionales y abandonar hábitos dañinos, como el tabaquismo. (HolaDoctor.com).
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