Nunca, nunca, nunca diré eso, mamá’. Seguro que, en alguna ocasión has pensado en que no ibas a decir o a hacer eso que tanto te molestaba que hiciera tu madre. Y, sin embargo, ahora te ves repitiendo ese patrón que tanto has criticado. Repites sus errores y no estás sola, es algo que sucede. Pero, ¿por qué? Los patrones familiares son como huellas invisibles que marcan nuestro camino. Tendemos a repetirlos porque, durante nuestra infancia, el cerebro absorbe como una esponja todo lo que ve y experimenta. Así nos lo explica Maïté Issa, coach y experta en desarrollo personal, que nos detalla que es nuestro primer modelo de aprendizaje sobre cómo relacionarnos, amar y enfrentar la vida.
Expertos como el psiquiatra y neurocientífico Bruce Perry, autor de El cerebro del niño, han analizado profundamente cómo la forma de relacionarse con el mundo que tiene un adulto es un reflejo de lo aprendido en su edad temprana, porque replicamos lo visto y vivido con nuestros padres.
La experta hace mención a un caso concreto: se han hecho unos estudios sobre los nietos de supervivientes de genocidio, como el genocidio armenio o el Holocausto, y se dieron cuenta de que los nietos de esas personas tenían todo tipo de trastornos y patrones repetitivos relacionados con conflictos de este tipo, aunque no habían conocido a sus antepasados, no les fueron inculcados por educación ni por cultura, pero tenían más ansiedad que los demás.
El peso de la familia en nuestra conducta y nuestro desarrollo personal
De lo que no hay duda es de que el peso de la familia en nuestro desarrollo es absolutamente fundamental. “La familia es nuestra primera escuela de vida, donde aprendemos a gestionar emociones, a establecer límites y a crear vínculos. Es como si nos dieran una ‘maleta invisible’ llena de herramientas emocionales y comportamentales que llevaremos con nosotros durante toda la vida”, apunta la experta.
Por citar un ejemplo, la experta cuenta que la mayoría de nosotros hemos tenido ancestros que han pasado por conflictos en otro país o aquí mismo, en España. Dictadura, guerra, hambruna, escasez… todo esto es información que se pasa en tu clan a través de generaciones, y sigue generando pensamientos y energía también cuando duermes.
Repetir los errores de nuestros padres
Se dan muchos casos en los que no queremos parecernos a nuestra madre o a nuestro padre, repetir sus errores, ¿por qué sucede esto? La coach nos indica que esto pasa porque estos comportamientos están profundamente arraigados en nuestro subconsciente. “Cuando estamos bajo estrés o en situaciones emocionalmente intensas, tendemos a recurrir a lo que conocemos, aunque conscientemente no queramos. Es como si nuestro cerebro activara el ‘piloto automático emocional’. Nuestro inconsciente, como quiere proteger a toda costa lo que nos crea, genera una lealtad que dice ‘yo sufriré como tú’, ‘yo como tú también seré pobre’, ‘yo también seré infeliz’, ‘yo también voy a abandonar mis sueños’.
Así, todo este aprendizaje de creencias crea la identidad, que es la parte más profunda de nuestra psique, es el conjunto de creencias que tenemos acerca de nosotras mismas, es el personaje que hemos creado a raíz de todas las experiencias que vivimos, es lo que hemos aceptado como la verdad sobre nosotros mismos, es la máscara detrás de la que nos escondemos para agradar, para ser aceptados por los demás, por miedo a ser rechazada por todos los condicionamientos y todas las limitaciones aprendidas.
“Si hemos aprendido de nuestros parientes y ancestros ideas como que tomar la iniciativa trae malas consecuencias, que debemos minimizar nuestros logros para evitar la envidia, que solo enfrentándonos a nuestros amigos podremos obtener el éxito, o que debemos renunciar a nuestra vida profesional si no queremos fracasar en nuestra vida personal, inconscientemente vamos a tratar de confirmar esa creencia de todas las formas posibles por la fuerza de la lealtad. Para reafirmar nuestra pertenencia al clan”, nos dice.
¿Es importante cortar con los patrones que no queremos que se repitan?
Para la experta es absolutamente vital. “Pero no se trata solo de ‘cortar’, sino de transformar. Cada patrón que identificamos es una oportunidad preciosa para crecer y evolucionar. Es como cuando decides renovar una casa antigua: primero debes reconocer qué necesita ser cambiado”, nos comenta.
Por ejemplo, y retomando el tema de la identidad, la coach apunta que para transformarla necesitamos adoptar la identidad de la persona que ya lo ha manifestado todo, la persona que vive esa realidad que soñamos para nosotros. No podemos cambiar nuestros resultados y nuestro comportamiento, si nuestra identidad sigue respondiendo a una versión de nosotros mismos que repite patrones de comportamientos nocivos. (Hola).
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