Ocurre cuando la persona se despierta a las 2 de la madrugada con un pensamiento o preocupación que la obsesiona. O en mitad del día, pensando en algo que no tiene nada que ver con el momento que se está viviendo. Estos pensamientos recurrentes, variados y a veces hasta confusos, suelen tener disparadores principales.
Aunque no es un trastorno de salud mental en sí mismo, el pensamiento excesivo puede estar conectado con un desorden de ansiedad generalizado, y disparar otras afecciones que hay que observar y tratar.
Los patrones de estos pensamientos destructivos suelen ser:
Pensar siempre el peor escenario. Cualquier situación, personal o laboral, genera un caos mental de pensamientos sobre consecuencias posibles, usualmente negativas. Es como caer en un pozo sin fondo de ideas catastróficas que se vuelven difíciles de controlar.
Mezclar ideas del pasado, presente y futuro. El pensamiento excesivo suele combinar «lo que podría haber sido», lo que es y el riesgo de lo que vendrá, que suele ser un futuro repleto de escenas apocalípticas.
Tener pensamientos que no se basan en la realidad. Esta catarata mental compleja de controlar puede originarse en ideas que no están relacionadas con problemas concretos de la persona. Un ejemplo típico son los pensamientos sobre la muerte, el más allá y lo que puede ocurrir cuando la persona muere.
Pensar demasiado puede afectar gravemente el bienestar. es un fenómeno que se conoce como «rumiar» los pensamientos, y puede generar cuadros de depresión y ansiedad.
A medida que la salud mental decae, la tendencia a rumiar aumenta, lo que genera un círculo vicioso que es difícil de romper. Para escapar de esa angustia, muchas personas que piensan demasiado recurren a estrategias de afrontamiento poco saludables, como el alcohol o la comida.
La preocupación conduce a menos horas de sueño y una peor calidad del sueño.
Algunos de las acciones para frenar el pensamiento excesivo pueden ser:
Tomar conciencia de que se está viviendo una situación de pensamiento excesivo, el primer paso para poder enfrentarla.
Tratar de cambiar el curso de los pensamientos, reemplazar pensamientos negativos o problemáticos por otros que no lo sean. Algo así como cambiar el canal mental.
Dejar de pelear con los propios pensamientos. Y tal vez darse cuenta que especialmente las cosas del pasado, no pueden modificarse. (HolaDoctor.com).