Se sabe que las buenas relaciones cercanas con familiares o amigos de toda la vida son esenciales para el bienestar emocional y mental. Pero también lo son aquellas más esporádicas, las personas con las que nos cruzamos, breve pero repetidamente, en las rutinas diarias.
Estos individuos pueden parecer conocidos casuales o conexiones fugaces, pero significan mucho más. Se los conoce como relaciones periféricas.
Puntos clave
Las relaciones periféricas son las personas con las que nos cruzamos en lugares como cafeterías, gimnasios, parques del vecindario, incluso la escuela o el trabajo.
A pesar de ser relativamente extraños, tienen un impacto notable en nuestras vidas.
Las relaciones periféricas abren puertas a mundos desconocidos.
Las relaciones periféricas son las personas con las que nos cruzamos en lugares como cafeterías, gimnasios, mercados o parques del vecindario, incluso la escuela o el trabajo, y que, a pesar de ser relativamente extraños, tienen un impacto notable en nuestras vidas, indican investigaciones.
Un estudio reveló que estas interacciones aparentemente menores desempeñan un papel esencial en la salud y el bienestar.
La pandemia de COVID-19 enfatizó, por su ausencia, la importancia de estas relaciones.
Razones por las que son relaciones importantes
Nuestras creencias y perspectivas, determinadas en gran medida por nuestra educación y experiencias, a veces pueden limitar nuestra comprensión del mundo.
Las relaciones periféricas abren puertas a mundos desconocidos. Por ejemplo, entablar una conversación con turistas puede brindar información sobre su cultura y experiencias.
Cuando compramos nuestro café diario, a veces participamos en una interacción social con el barista y otras veces tenemos prisa. Todos los días tenemos oportunidades de transformar intercambios instrumentales potencialmente impersonales en interacciones sociales genuinas, y la literatura sobre la felicidad sugiere que se obtienen beneficios al hacerlo.
Por ejemplo, un estudio observó que las personas que tuvieron una interacción social con un barista (es decir, sonrieron, hicieron contacto visual y tuvieron una breve conversación) experimentaron un efecto más positivo que las personas que no tuvieron este intercambio. Estos efectos estaban mediados por sentimientos de pertenencia.
Conocer al «desconocido» tenía un efecto positivo en la salud mental.
Incluso trabajos han encontrado que un mayor número de estas relaciones se asociaba con tener vínculos más cercanos a lo largo del tiempo. (Hola Doctor).
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