Como las vías presentan una evidente descongestión, se ha empezado a presentar una propensión a exceder los límites de velocidad por parte de los actores viales exceptuados por las medidas ya conocidas. Los reportes preliminares entregados por la Policía de Tránsito dan cuenta de la ocurrencia de 45 siniestros por exceso de velocidad desde el inicio de la cuarentena. De igual manera, las autoridades de control han sancionado a 327 conductores por esta causa desde el 25 de marzo hasta el 23 de abril, un promedio de uno cada dos horas.
Los estudios afirman que un peatón que sea arrollado por un vehículo viajando a 30 km por hora tiene 85 % de probabilidades de no perder la vida. Sin embargo, si el vehículo se desplaza a 50 km por hora, la probabilidad se reduce a 20 %.
“Las cifras evidencian que algunos usuarios viales, amparados en las excepciones del aislamiento preventivo obligatorio, aprovechan la reducción del tráfico para exceder los límites de velocidad, poniendo en riesgo su integridad y la de los demás. Además de la probabilidad de una tragedia, estos conductores desconocen que esa conducción temeraria afecta directamente sus bolsillos, pues una mayor velocidad genera más gasto de combustible y aumenta el desgaste de llantas y sistemas de frenos de sus vehículos”, afirmó Luis Lota, director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial.
Y, es que además del evidente riesgo que implica exceder la velocidad, esta práctica también afecta la economía de los usuarios viales. Por ejemplo, genera un incremento sustancial en el gasto de combustible. Cuando un vehículo se desplaza, el aire genera una resistencia sobre él, y a mayor velocidad, mayor resistencia, lo que implica que el motor tenga que hacer un mayor esfuerzo para acelerar. Al tener que trabajar más, el motor consume más combustible. De hecho, cuando se duplica la velocidad de recorrido, la fuerza del motor en realidad se cuadruplica, aumentando de manera considerable el gasto de combustible.
Finalmente, hay que anotar que las llantas también se ven afectadas por el exceso de velocidad. Desplazarse de esa manera aumenta la temperatura del neumático, provocando daños importantes en él y suscitando una pérdida de presión, que podría generar una pérdida de control del automotor. Además, golpear un obstáculo a gran velocidad incrementa la posibilidad de una ruptura en la llanta.