Datos del Ministerio de Salud revelan que, en el país, hay un promedio de 83.157 consultas por trastornos del sueño. En los niños este problema se presenta con frecuencia en diferentes tipos como la apnea del sueño, el síndrome agitado de los tramos (RLS), también conocido como de ‘piernas inquietas’ y el terror nocturno.
Sobre el tema, la doctora Adriana Martínez, especialista de la Asociación Colombiana de Neurología, indicó que en un gran porcentaje los trastornos del sueño en niños están relacionados con altos niveles de concentración de azúcar en la sangre y generan apnea, el insomnio y los despertares continuos durante la noche.
“Diversas investigaciones concluyen que el consumo de grandes cantidades de azúcar produce que el sueño profundo sea más corto de lo que debe. Es justo en esta fase del ciclo cuando el organismo experimenta las funciones reparadoras, de metabolismo y del sistema inmune, pero si se ven interrumpidas, hay una afectación en la salud”, señaló Martínez.
El azúcar en el organismo no sólo afecta los patrones de sueño sino también de vigilia, ya que este producto incrementa la inflamación sistémica, es decir, genera un proceso de alteraciones y cambios tanto físicos como psicológicos que perturban la capacidad de tener un buen descanso durante la noche.
“Básicamente, el azúcar afecta una hormona denominada orexina, la cual tiene dentro de sus funciones la regulación del insomnio. Cada vez que se ingiere un dulce, se inhibe la actividad de esta hormona, la cual reduce sus niveles y -por ende- trae como resultado un mal sueño”, detalló la especialista.
Por eso los padres deben ser consciente de la prudencia de alimentar a los pequeños con productos dulces y con altos contenidos de azúcar.
Respecto a las horas que debe dormir un menor, lo recomendable es: un recién nacido, entre 14 y 18 horas; el lactante, entre 12 y 14 horas; un niño en etapa escolar, 11 y 12 horas; y en la etapa adulta, lo aconsejable es entre 7 u 8 horas por la noche. En otras palabras, es fisiológico que el número de horas dormidas vaya disminuyendo progresivamente a lo largo de la vida.
Martínez, reveló que algunos estudios señalan que los niños podrían ser más propensos a los trastornos de sueño en las edades comprendidas entre los 8 y 14.
Especialistas de Emma Sleep, complementaron esta información, ya que los niños menores de dos años también son propensos a tener trastornos del sueño, pues el patrón de sueño de los pequeños se vuelve estable después de esa edad, asimismo, expresaron que las niñas se ven más afectadas por los trastornos del sueño que los niños.
¿Qué pueden hacer los padres?
– Tener horarios fijos para el uso de dispositivos con pantallas y cumplirlos.
– Realizar pausas y descansar en estas de la exposición.
– Utiliza menos brillo del usual en la pantalla.
– Dotar a los niños de lentes antirreflejo cuando usan gafas.
– Una alimentación baja en azucares.
“Otros aspectos relevantes están ligados a evitar la cafeína antes de acostarse y cenas copiosas, no se aconseja el consumo de grandes cantidades de líquido y azucares tres horas antes de acostarse, tampoco dejarlos hacer un gran esfuerzo físico antes de acostarlos, tenerlos con exposición a la luz brillante, disminuir el ruido ambiental lo más posible”, puntualizó Martínez.
Por otra parte, los expertos de Emma Sleep, aseguran que es importante que se minimice una posible postura incómoda para evitar molestias durante el sueño ya que la alineación espinal juega un papel clave en la comodidad a la hora de descansar en las noches.
Desde Emma Sleep, también se recomienda el uso de un colchón de calidad certificada, pues ayuda a aliviar algunos trastornos del sueño al alinear la columna y aumentar la comodidad. El material transpirable también puede mejorar la ventilación y evitar el sobrecalentamiento durante la noche. Sin embargo, es necesario buscar atención médica si se descubren síntomas de trastorno del sueño entre sus hijos.
Préstele atención
Apnea del sueño: es una sensación aterradora porque el pequeño -a menudo- deja de respirar durante períodos de diez segundos, en promedio, mientras duerme. En la mayoría de los casos, el niño no tendrá idea de que esto está sucediendo. También puede notar que su hijo ronco fuerte, duerme con la boca abierta y tiene demasiado sueño durante el día. La apnea del sueño puede provocar problemas de aprendizaje y comportamiento, incluso, problemas cardíacos.
RLS: Es posible que su hijo se queje de tener la sensación de tener un insecto sobre él, asimismo que cambie de posición en la cama con frecuencia para encontrar alivio. Algunos niños en realidad no se dan cuenta de que se sienten incómodos, pero no duermen bien como resultado de este síndrome de ‘piernas abiertas’.
Terror nocturno: más común en los niños que en los adultos, este sentimiento hace que una persona se levante repentinamente del sueño y parezca intensamente asustada o agitada y, a menudo, llore, grite y ocasionalmente, sea sonámbula. Por lo general, no están realmente despiertos y la mayoría de los niños ni siquiera recuerdan el episodio. En la actualidad, no existe un tratamiento para los terrores nocturnos.