Las niñas y adolescentes de América Latina afrontan «serios problemas» que influirán en su futuro, según denuncia la ONG Plan Internacional, pero, sobre todo, sufren una «alarmante» violencia sexual que marcará el resto de su vida.
«Las niñas enfrentan violencia física y psicológica y una de las peores formas de violencia, que es la sexual, los números son realmente alarmantes y dolorosos», explica en una entrevista con EFE Verónica Zambrano, directora regional para América del Sur de esta organización de ayuda a la infancia, que promueve la igualdad de las niñas.
Zambrano ilustra con datos oficiales la situación de algunos países de la región e indica que en Perú en 2020 hubo 13.843 casos de violencia sexual, de los que el 63 % fue en contra de niñas de 0 a 17 años.
Alarmantes también son los casos en El Salvador, donde en 2017, 101.494 niñas y adolescentes denunciaron haber sido víctimas de violencia sexual.
Además, Zambrano advierte sobre los crecientes casos de embarazos adolescentes en la región, así como de una situación «oculta» en América Latina, el matrimonio infantil temprano.
«Esta violencia generalizada está unida con la falta de acceso a educación en derechos sexuales y reproductivos», contextualiza la responsable, quien revela que solo en Honduras hay 19.355 bebés nacidos de adolescentes de entre 15 y 19 años, «veinte veces más de lo que pasa en España».
«En Guatemala hay 63.655 bebés de mamás de entre quince y diecinueve años, 55 veces más de lo que pasa en España. Son números que espeluznan, casi la mitad de las niñas latinoamericanas adolescentes que hayan iniciado su vida sexual han sido madres, han estado embarazadas o han perdido un bebé», indica.
La América Latina del futuro
Zambrano se pregunta: «¿qué América Latina se está construyendo?» cuando hay niñas que viven estas violencias y «van a ser las mujeres que estarán trabajando y a cargo de las familias y sus hijos en las próximas décadas».
«Ojalá podamos poner estos datos en la agenda pública (…), esto tiene que cambiar, lo mismo pasa en Asia y África», incide.
Explica que las niñas que viven en estos entornos de violencia crecen «sumisas, sin seguridad, con miedo, sin un plan ni proyecto de vida», «y crecen un poquito para sobrevivir cada día, como sobreviven las mamás, con un dólar al día, dando de comer lo que hay».
Pese a ello, asegura que hay «esperanza» porque el trabajo de la organización les ha permitido observar ejemplos de cambio. «Hemos podido llegar a las comunidades y ver que cuando a las niñas se les da oportunidad de quedarse en la escuela, se quedan, aunque después ahí también se reproduzcan los roles y los estereotipos de género», cuenta. (EFE).
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