Hay distintas causas que pueden provocar cojera en el niño. Cuando no se trata de un episodio aislado que pasa sin más, por un golpe o una caída, lo adecuado es consultar con el pediatra, que podrá orientar el diagnóstico y remitir al niño al especialista más adecuado.
El Dr. César García Fontecha, jefe de Servicio de Ortopedia Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, nos cuenta lo que tenemos que saber acerca de este cuadro y cuáles son las señales de alarma a considerar.
Las causas más frecuentes de la cojera en niños
Dependiendo de la edad del niño y de la zona anatómica que provoque la cojera, las causas van a variar. La cadera es la articulación que con más frecuencia ocasiona la cojera en población pediátrica. Estas son los motivos más habituales, según destaca el experto:
Sinovitis transitoria del niño pequeño. Se trata de una inflamación en la cadera, provocada, frecuentemente, por un virus que el menor ha tenido los días previos. «Produce una cojera que puede ser marcada, que varía a lo largo de la jornada y que se resuelve espontáneamente en pocos días», señala.
Enfermedad de Perthes a partir de los cinco años. Es una necrosis de parte de la cabeza del fémur por una alteración en la vascularización de la zona. «La cojera suele ser poco o nada dolorosa y se mantiene en el tiempo».
Epifisiolisis en el niño preadolescente. La zona de crecimiento de la cabeza del fémur se va deformando progresivamente, lo que puede llegar a provocar «un desprendimiento agudo de la propia cabeza femoral, lo que sería similar a una fractura aguda». En este caso, la cojera aparece de forma progresiva y si finalmente se desprende, hay imposibilidad para apoyar la extremidad.
Infección de cadera. Se da sobre todo en niños pequeños, pero puede ocurrir a cualquier edad. Cursa con fiebre y dolor intenso.
Además de estas, hay otras causas menos habituales, pero que también pueden provocar esa cojera que alarma a los padres. Son estas:
Osteocondritis de rodilla. Cuando hay un traumatismo o una sobrecarga en la zona que se mantiene en el tiempo, puede dar lugar a este problema que consiste en una lesión en el cartílago articular de la rodilla. Es común especialmente en preadolescentes y adolescentes, como señala el Dr. García Fontecha.
Dolores en la zona de crecimiento de la rodilla o del pie. Están ocasionados por la inflamación de zonas de cartílago de crecimiento, lo que provoca dolor en el niño y la consiguiente cojera. «Son muy frecuentes el Osgood-Schlatter, en la parte proximal de la tibia por inserción y tracción del tendón rotuliano, o el Sever en el talón por inserción y tracción del tendón de Aquiles», detalla.
Osteomielitis. Es una infección que se produce en los huesos y que puede afectar a cualquier parte del esqueleto. Son relativamente frecuentes y «el dolor es progresivo, pero de evolución lenta. A pesar de ser una infección, la fiebre no aparece los primeros días».
Al margen de las anteriores, existen otros factores menos usuales que pueden ocasionar la cojera, como problemas reumáticos, tumorales o neurológicos, entre otros.
En los primeros años de vida, los niños están en un proceso de continuos cambios anatómicos en las extremidades inferiores. Esto va a ser así durante toda la etapa de crecimiento. «Las piernas nacen con postura arqueada, luego se alinean al año de edad y luego progresivamente hacen un choque de rodillas que es máximo a los tres años», explica el Dr. García Fontecha.
Tanto la tibia como el fémur están torsionados internamente al nacer. Por este motivo, el pequeño camina con los pies hacia adentro, «y a medida que va creciendo, fémur y tibia van haciendo una rotación hacia afuera de manera que los pies se van situando progresivamente más hacia afuera al caminar». Al margen de estos cambios en su anatomía, el niño va adquiriendo progresivamente habilidades en la marcha, y tendrá que pasar un tiempo hasta que pueda correr (al principio, la carrera es incompleta). Esto hace que el niño pequeño se caiga con mucha facilidad.
¿Cuándo son preocupantes esas caídas? «A medida que el niño va creciendo, las habilidades mejoran y la alineación de las piernas es más correcta, por lo que progresivamente caen con menos frecuencia. La edad a la que mejoran las habilidades y el patrón de las piernas es variable de un niño a otro, por lo que no hay una edad en la que podamos decir que ya no debe caerse», comenta el especialista. (Hola.com).