Un motivo frecuente de preocupación y consulta es escuchar a una madre decir: “Tengo un hijo que adoro, pero es difícil controlarlo”, “me preocupa que nuestra relación se dañe”, “a todo le dice “no”, “las personas me dicen que lo estoy malcriando”, “temo que por su conducta en el futuro tenga problemas”.
No es la primera vez que escucho algo parecido. Los niños a la edad de 2 años, suelen pasar por una etapa que se caracteriza por tener una conducta negativista y de oposición a la voluntad de las personas que los rodean, es el denominado “periodo de obstinación”.
Esta etapa surge en el momento en que el niño desarrolla capacidades motoras y lingüísticas (caminar, hablar) que le permiten generar autonomía y sentimiento de individualidad.
Decir «no» equivale a expresar su opinión
Si lo piensas bien, cuando el niño empieza a decir “no” a tus propuestas, está manifestando su propia opinión. Incluso cuando no coincida con la tuya, estas primeras experiencias van a definir qué tanto puede expresar sus intenciones, y qué puede lograr cuando interactúa con las personas.
Si la conducta de oposición es interpretada por los padres o cuidadores como desobediencia, y reaccionan con una resistencia intensa, es expuesto al castigo o a la indiferencia, el niño experimentará esta interacción de una manera estresante y angustiosa.
Lo recomendable es establecer límites firmes más nunca golpes. Cuando sea necesario, pero que sean a la vez flexibles, sin condicionar el cariño.
Cuando la actitud del niño es desafiante
En algunas ocasiones podemos tener niños que presentan una conducta persistentemente negativista, desafiante y oposicionista. Te hablo del trastorno oposicionista desafiante, una condición que se presenta al final de la edad preescolar y antes de la adolescencia.
Algunas conductas típicas de este trastorno: discuten con los adultos frecuentemente, rechazan cumplir con las normas establecidas por los adultos, molestan deliberadamente y de manera frecuente a los demás, acusan a otros de ocasionar sus errores o mala conducta, se sienten molestos y resentidos con los demás, tienen una conducta vengativa y frecuentes rabietas o berrinches, así como pueden desarrollar trastornos en la conducta.
Las causas de estas conductas son múltiples, pero es frecuente que se relacionen con situaciones conflictivas en el ambiente familiar.
Cuando consultar a un terapeuta
Para evitar que esta situación se complique o se convierta en permanente, es recomendable consultar a un especialista en salud mental (Psicólogo o Psiquiatra infantil) que pueda abordar de manera integral la situación. (HolaDoctor.com).
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