Cada vez más salen a la luz pública nuevos casos de feminicidio, lo que evidencia que la intolerancia, las agresiones, los abusos y las intimidaciones hacia las mujeres no dan tregua. De hecho, según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, entre enero y noviembre del 2022, se registraron 557 muertes relaciones con este delito. Por su parte, la Fiscalía General señala que registró 244 casos consumados el año pasado.
Ahora bien, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud – OMS, la mayoría de los casos de feminicidios son cometidos por parejas o exparejas de las mujeres. Sin embargo, precisa, que no se pueden dejar de lado los homicidios perpetrados por personas que no tenían relación alguna con las víctimas.
Para la experta Paola Andrea D’vera Cuadros, Representante del Campo de Psicología de la Sexualidad del Colegio Colombiano de Psicólogos – Colpsic, la realidad social que existe a nivel mundial frente al feminicidio, entendido como el resultado final de la violencia de género ejercida por una persona que tiene poder físico y psicológico sobre su víctima, es preocupante; ya que en muchos escenarios este es un fenómeno que es subestimado por las autoridades.
“Es una realidad dolorosa el asesinato sistemático de mujeres por el solo hecho de ser mujeres. Debemos reconocer la violencia de género y sus expresiones: físicas, psicológicas económica, sexual, social, vicaria, ginecológica, emocional. La Organización Mundial de las Naciones Unidas – ONU, ha ido adoptando medidas para que esta situación social sea reconocida como una forma de violencia brutal y extrema contra las mujeres”, comenta D’vera.
La psicóloga señala que las dinámicas que existen frente a un posible feminicidio, se deben abordar desde tres ámbitos: la vida privada, la vida pública y en el estado, con el fin de tomar acciones que eviten eventos trágicos.
En el contexto privado donde se presentan casos relacionados con parejas, exparejas o familiares de la víctima, D’vera enmarca que será fundamental reconocer el tipo de abuso, identificar las situaciones que generen intranquilidad y, por último, fomentar la educación desde una mirada de equidad. Frente a la vida pública, destaca la necesidad de conformar redes de apoyo que vayan desde soporte familiar hasta de especialistas y de las mismas autoridades pertinentes.
“Es crucial que la red de apoyo esté pendiente de las alertas que se presenten para notificar a las autoridades. Asimismo, es importante darle un lugar a la voz a los relatos de las víctimas de violencia de género, creyendo en sus relatos y así mismo investigar y reconocer el maltrato, con el fin de generar acciones que permitan aportar eficazmente a prevenir la violencia”, resalta la experta.