He escuchado innumerables historias sobre el dolor de espalda. Un amigo describe la sensación como un puñal clavado en la zona lumbar, mientras que otro la compara con una constante opresión muscular. Y es que el dolor de espalda puede ser agudo, puede irradiarse a las piernas, e incluso puede impedirte llevar a cabo las tareas más simples.
En mi propia piel he vivido momentos angustiantes en los que he quedado como el Chavo, cuando le da la chiripiorca, por levantar peso de la manera incorrecta o por estar demasiado tiempo de pie, con los zapatos inadecuados. Es una sensación que me impide concentrarme, me dificulta dormir y me hace sentir irritable. En el peor de los casos, el dolor de espalda ha llegado a ser tan intenso que he tenido que guardar reposo y tomar antiinflamatorios.
Si bien la causa exacta del dolor de espalda varía de persona a persona, -en mi caso, tengo una hernia discal- algunos factores comunes para padecerlo son la tensión muscular, la mala postura y las lesiones.
Es posible que muchos casos se resuelvan solos, con reposo, analgésicos y modificando algunos hábitos, pero de ninguna manera es buena idea ignorarlos, pues algunos dolores de espalda pueden estar avisando sobre una afección médica más grave.
Cuándo debemos preocuparnos
Es definitivamente cierto que el dolor de espalda es una dolencia extremadamente común que afecta a millones de personas en todo el mundo. Según se explica en la Biblioteca Nacional de Medicina, cerca del 23 % de los adultos en el mundo sufren de dolor lumbar crónico, con tasas de recurrencia a un año que alcanzan entre el 24 % y el 80 %; además es uno de los motivos más comunes de consulta en atención primaria y de urgencia, pero el hecho de que sea común no debe conducirnos al error de pensar que ignorándolo va a sanar. No. Ignorar un dolor de espalda puede ser peligroso para nuestra salud en general.
Resulta ser que, aunque la mayoría de los dolores de espalda son causados por cuestiones mecánicas, como un movimiento brusco, la tensión muscular, o una mala postura; también sus síntomas pueden estar indicando afecciones importantes. De hecho, en la publicación señalan que puede generarse por infecciones, ya que bacterias o virus pueden infectar las estructuras de la espalda, como los huesos, los discos o los músculos, causando dolor e inflamación.
También puede ser causado por razones oncológicas, ya que estas estructuras anatómicas de la espalda pueden desarrollar lesiones malignas. Asimismo, problemas inflamatorios, como la artritis, pueden causar inflamación en la columna vertebral, lo cual genera dolor y rigidez en la zona.
Además, condiciones como la osteoporosis o la osteomalacia pueden afectar la densidad y fortaleza de los huesos, haciéndolos más propensos a fracturas y dolor y esto incluye la zona de la espalda, por supuesto. También hay que agregar que algunas personas nacen con deformidades espinales o problemas de desarrollo que pueden causar dolor de espalda. Incluso afecciones psicológicas como el estrés, la ansiedad y la depresión pueden contribuir al dolor de espalda crónico, que no es normal, pero puede superarse.
Con todo este cuadro de causas posibles, podemos suponer las importantes complicaciones que puede generarnos ignorar un dolor de espalda. Haciendo caso omiso de las señales que arroja nuestro cuerpo en este sentido, no solo nos arriesgamos a empeorar la condición afectando nuestra capacidad de hacer nuestras actividades cotidianas, como trabajar, o caminar, sino que podemos afectar permanentemente estructuras del cuerpo como la columna vertebral o la musculatura.
Además, al ignorar un dolor de espalda podemos permitir que progrese una enfermedad subyacente; podemos hacernos dependientes de los analgésicos y, además, podríamos afectar profundamente nuestra salud mental ya que puede provocar el aislamiento social, depresión, ansiedad y estrés.
Señales de alerta
Aunque, como dijimos, es recomendable comentarle al médico cualquier dolor en la espalda que afecte nuestra cotidianidad, hay algunas señales de alerta que, bajo ninguna circunstancia debemos ignorar.
Primero, si el dolor de espalda intenso o persistente no mejora con reposo o analgésicos de venta libre; luego, si el dolor de espalda está acompañado de fiebre, escalofríos o pérdida de peso inexplicable. También es importantísimo atender un dolor de espalda que se irradia a las piernas y causa entumecimiento, hormigueo o debilidad, así como también si observamos dificultad para controlar la vejiga o los intestinos o si el dolor de espalda aparece después de una lesión o caída. En todos estos casos, lo mejor es acudir al médico para que realice pruebas que le permitan llegar a un diagnóstico y, en consecuencia, indicarnos el tratamiento adecuado.
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