Comencemos por el principio. Es cierto que con el envejecimiento comenzamos a perder células cerebrales, lo que influye, por supuesto, en la memoria; pero también ocurre en la piel, que perdemos colágeno, por ejemplo. O si no nos ejercitamos, con el tiempo, perdemos masa muscular. Es normal y es inevitable, de manera que, lo más razonable, es ponernos a trabajar en virtud de ralentizar estos procesos lo más posible y envejecer de la mejor manera.
Así como debemos ejercitar el cuerpo, también podemos ejercitar nuestra mente llevando a cabo actividades como la lectura, o hacer rompecabezas; también es importante llevar a cabo actividades sociales como el baile o jugar juegos de mesa; y practicar un ejercicio físico como el Tai Chi, cuyos beneficios para la memoria se han comprobado.
Pero también debemos poner atención en aquellos aspectos que, en lugar de sumar a nuestros esfuerzos, restan, sobre todo si son hábitos comunes que pueden afectar seriamente nuestra memoria en el futuro.
La neurocientífica Charan Ranganath, quien también es profesora del Centro de Neurociencia y directora del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de Davis en California, señala que hay cuatro factores importantes que debemos tener en cuenta para no afectar nuestra memoria en el futuro.
Adiós al estilo “multitasking”
En un artículo de su autoría, la experta señala que, en primer lugar, el hábito de hacer muchas cosas a la vez. Una región cerebral conocida como la corteza prefrontal es fundamental para dirigir nuestra atención hacia el entorno que nos rodea, explica. Y lamentablemente, con el paso del tiempo, la función prefrontal y nuestra habilidad para concentrarnos tienden a disminuir. La multitarea agrava esta situación, afectando la memoria y poniendo a prueba la función de la corteza prefrontal al agotar los recursos que usualmente nos ayudan a consolidar recuerdos sólidos.
La recomendación de Ranganath es que pongamos nuestros teléfonos en modo de concentración o enfoque, y asignemos momentos específicos en nuestra agenda para llevar a cabo tareas concretas. Incorporemos descansos para meditar, dejar volar la imaginación, dar paseos al aire libre o cualquier actividad que nos revitalice. La idea es evitar intentar realizar múltiples tareas simultáneamente.
Hay que ponerle empeño al buen sueño
Ranganath señala que descuidar la importancia de un sueño reparador es un mal hábito que puede afectar nuestra memoria en el futuro. Es cierto que es común que, con el paso de los años, la cantidad y la calidad del sueño disminuyan, sea por asuntos hormonales, por estrés, por el consumo de ciertos medicamentos o de alcohol. Pero debemos comprender que, durante el sueño, el cerebro realiza funciones vitales. Se encarga de desechar los residuos metabólicos acumulados durante el día y fortalece la memoria al establecer conexiones entre diferentes experiencias vividas.
La recomendación en este caso es que nos esforcemos por evitar pasar tiempo frente a pantallas, consumir comidas abundantes, ingerir cafeína y alcohol justo antes de ir a dormir. Además, si enfrentamos problemas severos de ronquidos, es importante visitar al especialista porque podemos estar ante un diagnóstico de apnea del sueño.
Evitemos la monotonía
Tener experiencias asociadas con contextos relativamente únicos, y no tanto con vivencias monótonas activa la recuperación de recuerdos, pues al recopilar información sobre los eventos, incluyendo detalles como qué ocurrió, cuándo sucedió y dónde sucedió, se da lo que se conoce como memoria episódica. “Un estímulo que está intrínsecamente relacionado con un lugar y momento específicos, como una canción que no has escuchado desde la escuela secundaria o el aroma de un plato que solía preparar tu abuela, puede desencadenar un recuerdo episódico vívido”, dice la experta.
Por supuesto que detrás del escritorio, durante muchas horas diarias, es muy difícil que se den vivencias memorables. Levantarnos de la silla y salir a dar un paseo, interactuar con distintas personas, y experimentar cosas nuevas, por más sencillas que sean, ofrecerá ocasiones para generar memorias perdurables.
No sobreestimemos nuestras capacidades para recordar
Cuando te enfrentas a tareas que requieren memorización, como conocer a un grupo de personas o aprender algo nuevo en un curso, es importante reconocer que es posible que no logremos memorizar a la primera. Pero en lugar de angustiarnos, hay que abrazar la posibilidad de que todos nos equivocamos.
En lugar de simplemente memorizar, el método de aprendizaje más efectivo se produce cuando damos un paso más para buscar un dato adicional que nos permita recordar. Por ejemplo, la neurocientífica recomienda que, después de aprender algo, intentemos recordarlo unos minutos más tarde. Después, volver a hacer el ejercicio una hora después. Y en la medida que lo repitamos, mejores serán los resultados. (Yahoo/vida y estilo).