Todos sabemos que comer de manera equilibrada es fundamental para mantener una buena salud. Está respaldado por cientos de investigaciones que una dieta balanceada no solo proporciona los nutrientes esenciales que nuestro cuerpo necesita para funcionar de manera óptima, sino que también ayuda a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, no solo importa qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. La crononutrición, un campo emergente en la ciencia de la alimentación, ha revelado que los horarios de las comidas pueden tener un impacto significativo en nuestra salud. Por ejemplo, un estudio publicado por la revista Physiology & Behavior examinó cómo la sincronización de las comidas con los ritmos circadianos influye en el peso corporal y la salud metabólica, sugiriendo que comer a horas inadecuadas puede contribuir a la obesidad.
Y es que, así como se demostró el momento ideal en el que deberíamos desayunar para optimizar nuestra salud y mejorar nuestra presión arterial, ahora se concluye cuál es el momento en el que debemos evitar ingerir alimentos, según un nuevo estudio que involucró a casi diez mil personas de una edad promedio de 54 años.
Por supuesto que, para muchos, la vida cotidiana es la que suele dictaminar nuestro horario de comidas, pero realmente vale la pena tratar de organizarnos para poder seguir un esquema que a la larga nos beneficiará evitando el aumento de peso y sus consecuencias. Y es justamente en la importancia de alinear los hábitos diarios con nuestros relojes biológicos en lo que se enfocaron los investigadores de la Universidad de Mujeres Ewha en Seúl, Corea del Sur.
“Los factores sociales modernos, como las jornadas laborales prolongadas, el trabajo en turnos nocturnos y el uso generalizado de dispositivos electrónicos, han facilitado la falta de sueño y las comidas nocturnas, exacerbando así la desalineación circadiana y sus riesgos para la salud asociados”, señalan en el artículo y destacan que para estudiar la intrincada relación entre los patrones de alimentación, la duración del sueño y la obesidad analizaron datos de 9 474 adultos coreanos, entre los cuales contaron 2,460 hombres y 7,014 mujeres, entre las que incluyeron posmenopáusicas y premenopáusicas.
El seguimiento del estudio se realizó aproximadamente tres años y medio después, y durante este período y los resultados arrojaron que aquellas personas que ingerían alimentos después de las 9:00 p.m. tenían un 20 % más de probabilidades de volverse obesos. Mucho más si ingerían más calorías a esta hora que en otro momento del día.
Los hombres en este grupo aumentaron en un 34 % su probabilidad de volverse obesos, mientras que las mujeres fueron más propensas a acumular grasa abdominal debido a los refrigerios nocturnos. Además, las mujeres mostraron un mayor incremento en la tasa de obesidad cuando dormían menos de seis horas. (Yahoo/vida y estilo).