Pasar horas sentado frente a una pantalla ha pasado de ser un hábito común a convertirse en una amenaza seria para la salud.
De acuerdo con estudios recientes, permanecer en la misma posición durante periodos prolongados afecta más que solo la postura: eleva los riesgos de desarrollar enfermedades crónicas y acelera el envejecimiento prematuro.
Según la biomecánica Katy Bowman, autora del libro My Perfect Movement Plan, «el tiempo prolongado en una silla está haciéndonos envejecer más rápido», al impactar negativamente la salud muscular, ósea y metabólica.
Un estudio de la American Heart Association respalda estas afirmaciones al señalar que estar sentado más de diez horas al día incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas y reduce la esperanza de vida, incluso en personas que cumplen con las pautas de actividad física.
El riesgo que supone este estilo de vida sedentario ha sido comparado por algunos especialistas con los efectos de fumar, pues ambos hábitos impactan gravemente la salud en general.
Además de los efectos en la salud cardiovascular, el sedentarismo afecta la regulación del azúcar en la sangre y contribuye a problemas de peso. La inactividad prolongada dificulta la descomposición de la glucosa y las grasas en el torrente sanguíneo, lo que incrementa las probabilidades de padecer diabetes tipo 2 y obesidad.
Comparado con los años 70, los trabajadores de hoy queman 100 calorías menos al día, un déficit que refleja el estilo de vida actual, en el que gran parte de las actividades se realizan frente a una pantalla.
Más allá de lo físico, el sedentarismo también repercute en el bienestar mental. Pasar largas horas sin moverse reduce la actividad de los grandes músculos de las piernas, disminuyendo la producción de sustancias químicas cerebrales que regulan el ánimo.
Esto puede derivar en síntomas de ansiedad y depresión. Sin embargo, estudios sugieren que reducir el tiempo sentado y realizar movimientos frecuentes mejora tanto la concentración como el estado de ánimo, particularmente en quienes realizan actividades cognitivas intensas.
Para contrarrestar estos efectos, los expertos recomiendan incorporar movimiento en la rutina diaria. El Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos sugiere al menos 150 minutos de actividad moderada semanal, aunque aquellos con jornadas sedentarias podrían necesitar hasta el triple.
Alternativas como breves estiramientos, caminar cada 30 minutos o utilizar escritorios de pie permiten activar la circulación y reducir el desgaste físico y mental de estar sentado. (El Universal).