La disnea es la sensación de falta de aire o dificultad para respirar, que puede aparecer en reposo o durante la actividad física. Tal y como nos explica el doctor Luis Arvelo, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Sanitas Virgen del Mar, no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma común de múltiples afecciones respiratorias, cardíacas y sistémicas.
¿Cuáles son sus causas?
Entre las principales causas respiratorias que pueden causar disnea, el doctor nos detalla las siguientes: el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la neumonía, la fibrosis pulmonar y el embolismo pulmonar. “Estas condiciones afectan la entrada y salida de aire en los pulmones, dificultando la oxigenación del cuerpo”, nos cuenta.
Señales de la disnea
¿Cómo se manifiesta, qué señales nos pueden alertar de que padecemos este problema de salud? “Algunas señales de alerta incluyen la respiración rápida o entrecortada, la sensación de opresión en el pecho y la necesidad de hacer pausas frecuentes al hablar o realizar actividades cotidianas”, detalla el doctor, que nos explica que también pueden presentarse signos como el uso excesivo de los músculos del cuello y el abdomen para respirar, lo que indica un esfuerzo adicional del cuerpo para obtener oxígeno.
“En algunos casos, la persona puede necesitar incorporarse o inclinarse hacia adelante para mejorar la entrada de aire. Si la disnea se acompaña de labios o uñas azuladas, sudoración intensa o confusión, es fundamental buscar atención médica inmediata”, alerta.
Confirmar el diagnóstico
Teniendo en cuenta los síntomas es importante confirmar el diagnóstico y, para ello hay algunas pruebas que son necesarias para identificar su origen. “El diagnóstico de la disnea comienza con una evaluación médica detallada, que incluye una historia clínica y un examen físico. El médico indaga sobre la duración, frecuencia y factores desencadenantes de la disnea, así como la presencia de otros síntomas como tos, dolor en el pecho o hinchazón en las piernas”, comenta.
¿Hay diferentes tipos de disnea?
El especialista nos aclara que la disnea aguda surge de manera repentina y suele estar relacionada con afecciones como asma, neumonía, embolismo pulmonar o insuficiencia cardíaca. En cambio, la disnea crónica se desarrolla de forma progresiva y es común en enfermedades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la fibrosis pulmonar.
“Según la postura o actividad, se distingue la disnea de esfuerzo, que ocurre al realizar actividades físicas, y la disnea de reposo, que aparece sin necesidad de esfuerzo y suele indicar una afección más grave. También existe la ortopnea, que se presenta al estar acostado y mejora al incorporarse, común en insuficiencia cardíaca, y la disnea paroxística nocturna, que despierta al paciente en la noche con sensación de ahogo”, nos explica el doctor Arvelo.
Así afecta la disnea al paciente
Nos planteamos hasta qué punto un problema como la disnea puede afectar la calidad de vida de una persona. El doctor incide en que las personas con disnea pueden experimentar fatiga constante, dificultad para caminar o subir escaleras, e incluso problemas para hablar sin quedarse sin aliento. “Esto puede llevar a una reducción en la independencia y a la necesidad de modificar su rutina para evitar esfuerzos. Además, la sensación de falta de aire puede generar ansiedad, estrés y miedo, lo que en algunos casos puede derivar en aislamiento social o depresión”, nos cuenta. En los casos más graves, la disnea puede interferir con el sueño y el descanso, provocando insomnio y agotamiento.
Cómo tratar la disnea
Estamos, queda claro, ante un problema de salud que hay que abordar, por lo que es importante valorar los posibles tratamientos disponibles para aliviar los síntomas de la disnea. “En primer lugar, los medicamentos juegan un papel clave. Los broncodilatadoras y corticosteroides ayudan a reducir la obstrucción y la inflamación de las vías respiratorias en casos como el asma y la EPOC. En la insuficiencia cardíaca, los diuréticos pueden aliviar la disnea al reducir la acumulación de líquido en los pulmones. Además, sedantes o ansiolíticos pueden ser utilizados para controlar la ansiedad asociada a la dificultad para respirar”, nos detalla el especialista del Hospital Virgen del Mar.
¿Se puede prevenir la disnea?
Por último, nos planteamos si se pueden tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de desarrollar disnea. El doctor confirma que así es y hace una mención especial al papel que juega el tabaco. “En muchos casos la disnea puede prevenirse o al menos reducirse mediante medidas preventivas. Una de las acciones más importantes es evitar el tabaco, ya que fumar es una de las principales causas de enfermedades pulmonares como la EPOC y el asma, que pueden desencadenar disnea. También es clave reducir la exposición a la contaminación del aire, ya que puede empeorar las afecciones respiratorias”, comenta.
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