Es como tener un constante jetlag, como si el cerebro no supiera lo que es dormir bien en días y no lograra concentrarse o enfocarse en nada de forma apropiada. Es la llamada niebla mental que ha acompañado a millones de personas a lo largo de sus vidas, a veces en procesos naturales, y a veces en la enfermedad, aunque siempre necesita la mirada de los especialistas para disiparla.
La niebla mental lleva a quien la sufre a perder la concentración y el hilo de la conversación, a olvidar palabras, sitios y nombres familiares. Y todo eso sucede mientras el afectado siente una gran fatiga, como si no hubiera dormido en días o como si aterrizara al otro lado del mundo y su reloj interno estuviera desequilibrado.
En escenarios normales esta niebla puede acechar, por ejemplo, a embarazadas, a mujeres que transitan la etapa de la menopausia, a los que han sido privados del sueño, a los que sufren de fuertes migrañas y a quienes están recibiendo un tratamiento de quimioterapia, casos en los que desaparece cuando el proceso o crisis termina.
Así que, cuando esa niebla aparece y se instala en el día a día de una persona sin razón aparente, es conveniente que un especialista determine si se trata de un síntoma de una enfermedad o condición al que hay que prestar especial atención.
Cuando el letargo se apodera de tu rutina diaria
Intentar conducir cuando hay una tupida neblina en la vía es una sensación parecida a la que experimenta el que tiene niebla mental e intenta enfocarse en un trabajo, pensamiento o recuerdo y no lo logra porque algo enturbia ese foco.
Los científicos han determinado que la niebla mental tiene que ver con un proceso “neuroinflamatorio” aunque aún no se ha llegado a dilucidar cómo evitar o erradicar.
Entre las características de la niebla mental figuran:
Problemas de concentración
Dificultad para estar atentos
Tiempos de reacción y procesamiento lentos
Fatiga y aletargamiento
Problemas para recordar detalles familiares como nombres, lugares o palabras
Frecuente pérdida del hilo del pensamiento
Después de superar el COVID-19, muchos relatan que por meses les costó concentrarse en sus tareas cotidianas, recordar cosas o sentirse otra vez enérgicos y dispuestos a afrontar el día a día.
Es por eso que en los últimos tres años la niebla mental ha cobrado fama al presentarse con más frecuencia en las conversaciones de especialistas que echan mano de este término para hablar de un síntoma en casos como la depresión o la hipoglicemia, y de una secuela como se ha visto en las historias médicas de contagiados con COVID-19.
Resulta que la reciente pandemia dejó un buen número de personas que, incluso meses después de haber superado la enfermedad, sienten que no logran alcanzar recuerdos que deberían estar frescos, que el letargo los envuelve al intentar enfocarse en un asunto o que la concentración es un estado cada vez más corto y efímero.
Médicos del Hospital Monte Sinaí de Nueva York publicaron un estudio en la revista JAMA Network Open sobre el efecto del COVID-19 en la capacidad cognitiva de los pacientes que llegaron a este importante centro de salud durante la pandemia.
Los científicos observaron que al menos una cuarta parte de los pacientes, hospitalizados o no, sufrieron durante varios meses una considerable afectación cognitiva como problemas de memoria, deficiencia en la velocidad del procesamiento de los pensamientos y dificultad para concentrarse.
Otro estudio publicado en The Lancet también analizó a pacientes que estuvieron al borde de la muerte con COVID-19 y observaron que la niebla mental se presentó en 1 de cada 3 de los estudiados y, además, se mantuvo por más tiempo.
La neuropsicóloga Kamini Krishnan explicó a la organización académica de la Clínica Cleveland que la niebla mental que aparece asociada al COVID puede tener que ver con la proteína inflamatoria conocida como citoquina que cae como una “tormenta” en el torrente sanguíneo cuando hay un cuerpo extraño como un virus.
Las citoquinas, así como ayudan a atacar a los enemigos del organismo, pueden provocar inflamación en diferentes partes del cuerpo, incluido el cerebro.
En los casos de COVID, “las personas que han estado en cuidados intensivos o que han requerido formas más severas de tratamiento, tienden a experimentar más niebla mental”, dice Krishnan.
El embarazo, la menopausia y las volteretas hormonales
Entre los escenarios preferidos de la niebla mental se cuentan los que tienen que ver con los momentos cumbres de las mujeres en materia hormonal: el embarazo y la menopausia.
En el Centro para la Salud de la Mujer de la Clínica Mayo reportan el alivio de muchas mujeres que pasan por la menopausia al saber que esos olvidos y esas nebulosas mentales tienen que ver con el proceso hormonal que están viviendo y no con la pérdida definitiva de la razón.
La clave está en que el cerebro tiene receptores de estrógeno, la hormona protagonista en los procesos femeninos como el ciclo reproductivo.
Algunos de esos receptores están ubicados en lugares en los que fijan y recuperan recuerdos y cuando el estrógeno sube o baja en exceso, estas zonas que tienen que ver con la memoria se ven afectadas.
Sin embargo, con el embarazo y la menopausia, también hay que tomar en cuenta que las mujeres que pasan por estos procesos sufren de interrupciones frecuentes del sueño y esta también es una causa de niebla mental.
Una bandera roja
Como síntoma, la niebla puede ser un aviso de peligros evitables o inevitables.
En el caso de los evitables se cuenta la depresión, una enfermedad que puede llegar a ser muy grave y se presenta por desequilibrios hormonales o neuroquímicos que también se relacionan con la capacidad de tener claridad mental.
La hipertensión es otra afección que en muchos casos pasa inadvertida para quienes la padecen y la niebla mental puede ser un aviso de que existe y puede causar un ataque cardíaco, accidentes cerebrovasculares (ACV) y aneurismas, entre otros problemas que pueden ser mortales.
El estrés es otro padecimiento que, cuando llega a niveles demasiado elevados, le abre la puerta a la niebla y avisa que, si no se toman medidas, la situación puede desembocar en enfermedades como la hipertensión.
Otros casos interesantes son los de las personas celíacas que describen tener nieblas mentales cuando comen gluten y también se presenta en los que consumen algunos medicamentos como los antihistamínicos y ansiolíticos.
Entre los peligros inevitables se ha visto la niebla mental en personas con enfermedades que causan un franco deterioro de la capacidad cognitiva como Alzheimer y Parkinson, así como las afecciones autoinmunes como esclerosis múltiple, fibromialgia o lupus.
Qué hacer para disipar ese velo mental
La primera recomendación para hacer frente a la niebla mental es ir al médico. Sin embargo, existen consejos que los mismos especialistas ofrecen para ahuyentar los posibles estimuladores de ese velo cerebral que impide ver y actuar con claridad.
Entre estas recomendaciones se cuentan:
Mantener una dieta libre de productos procesados y procurar comer alimentos frescos.
Hacer ejercicios por un mínimo de 150 minutos a la semana.
Mantener higiene del sueño, es decir, ir a la cama a la misma hora, cenar ligero, no tomar bebidas con cafeína en las noches y no usar el lecho para actividades diferentes al descanso o al sexo. (Yahoo/ vida y estilo).
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