Durante los últimos años, y especialmente en pandemia, el uso de los aceites esenciales como tratamiento alternativo para cuidar la piel creció considerablemente.
Los expertos advierten que esto puede representar un problema, ya que estos productos nunca deben funcionar como terapias alternativas, sino complementarias, además, su mal uso puede causar graves daños cutáneos. Conoce aquí los efectos de los aceites esenciales sobre la piel y cómo utilizarlos correctamente.
¿Qué son los aceites esenciales?
En la Antigüedad los aceites esenciales solían utilizarse con fines medicinales en las regiones donde actualmente se encuentra China, Egipto, o India.
Los aceites esenciales son productos que se obtienen a partir de materia prima vegetal, mediante procesos de destilación con agua o vapor, o mecánica. Existen muchos tipos que dependen de donde se extraen:
– Bayas: como clavo de olor.
– Cortezas: como canela.
– Flores: como jazmín, lavanda, manzanilla, narciso o rosa.
– Frutas: como lima o limón.
– Hojas y espinas: como eucalipto, orégano o pino.
– Maderas: como cedro o sándalo.
– Raíces: como lirio.
– Resinas: como incienso, mirra o trementina.
– Semillas: como alcaravea.
Dependiendo el tipo de piel o problema cutáneo que se padece, suelen recomendarse determinados aceites esenciales:
– Para el acné: árbol de té, canela, eucalipto, lavanda o menta.
– Para las arrugas: jazmín, jojoba, mirra o rosa.
– Para la piel grasa: geranio, incienso, romero o salvia.
– Para la piel seca: lavanda, manzanilla o sándalo.
– Para la piel sensible: incienso, lavanda o sándalo.
A pesar de que los aceites esenciales cuentan con una buena fama, que se promociona principalmente por redes sociales, muchos expertos (e incluso usuarios) han reportado efectos adversos que el mal uso de estos productos puede provocar.
El principal problema que se ha informado con relación al uso de aceites esenciales sobre la piel es la dermatitis o eccema por contacto. También ampollas, enrojecimiento, hinchazón, fototoxicidad o fotosensibilidad grave, quemaduras químicas, obstrucción de los poros e incluso dolores de cabeza.
Por ejemplo, uno de los aceites esenciales más populares (y que más efectos secundarios ha presentado), el de árbol de té, suele usarse contra infecciones fúngicas por sus propiedades antimicrobianas. Sin embargo, su mal y excesivo uso puede terminar por favorecer el desarrollo de una infección causada por hongos, llamada tiña incógnita.
El uso de estos productos dificulta a los profesionales de la salud poder diagnosticar correctamente el problema cutáneo, y, aún más importante, encontrar soluciones.
Pero ¿por qué ocurren estos efectos? Los expertos explican que existen muchas cusas, como la presencia de contaminantes desconocidos durante el proceso de elaboración, que terminan causando alergias, o la aplicación en exceso, que provoca que una parte del aceite llegue al torrente sanguíneo.
Sin embargo, el principal responsable suele ser el uso sin diluir de estos productos. Para procesar estos aceites son necesarias grandes cantidades de materia prima vegetal, por lo que el resultado final es un producto con grandes concentraciones de sus ingredientes activos, mayores a las que estamos acostumbrados, que en exposición directa irritan y dañan a la piel.
¿Cómo usar los aceites esenciales?
Una forma de reducir el riesgo de sufrir efectos secundarios tras usar aceites esenciales sobre la piel, es recurriendo a productos que indiquen diluciones entre 0.5 y 1%. También se puede optar preparaciones que ya están mezcladas con un aceite portador.
Los aceites portadores, como el de coco, aguacate, almendras, o argán, ayudan a transportar a los aceites esenciales de forma segura en el cuerpo. Si no consigues productos ya mezclados, puedes hacerlo por cuenta propia antes de utilizarlos.
Para no correr riesgo con un aceite esencial que compras por primera vez, lo ideal es usarlo diluido en una pequeña zona de la piel (preferentemente la zona interior del antebrazo) y dejarlo reposar sin lavar. De esta forma, podrás conocer cómo reacciona tu piel.
También recuerda que los aceites esenciales nunca deben ingerirse ni entrar en contacto con los ojos. Además, procura conservarlos en frascos opacos, bien cerrados y protegidos de la luz solar. (HolaDoctor.com).