Tal vez no sean peligrosos, pero sin lugar a duda los callos son molestos.
Aunque pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, es más común que aparezcan en los pies. Afortunadamente, existen hábitos que te ayudarán a aliviarlos.
¿Qué son los callos?
Los callos o callosidades son capas de piel engrosada y endurecida causadas por una presión o fricción constante. Suelen ser redondos, y normalmente aparecen a los lados y en la parte superior de los pies.
También se pueden apreciar en los codos o manos, especialmente en las de personas que realizan frecuentemente trabajos manuales: granjeros, mecánicos, jardineros, guitarristas, etc.
Este engrosamiento no es una enfermedad cutánea, sino una reacción de protección por parte del cuerpo para impedir que se desarrollen ampollas. A medida que se espesan, los callos pueden ser dolorosos.
Aunque deben ser evaluados por un podólogo, no se necesitan pruebas especializadas para diagnosticarlos. La observación directa del callo o la piel circundante determinará el tipo de callosidad:
Duros: son áreas pequeñas y concentradas de piel dura, generalmente se encuentran dentro de un área más amplia de piel engrosada.
Blandos: son grisáceos o blanquecinos y tienen una textura gomosa. Suelen aparecer entre los dedos de los pies.
Cómo tratarlos y prevenirlos
Para tratar los callos, los podólogos pueden recurrir a la quiropodia, es decir, la eliminación mediante un bisturí de las durezas.
Sin embargo, quitar la callosidad y que la piel quede completamente sana no es garantía de que los callos no vuelvan a aparecer. Para evitar esto, se deben atacar las condiciones que lo provocaron. Ten en cuenta los siguientes consejos:
Remojo
Tal vez es una de las medidas más populares para hacer frente a la callosidad. Debes sumergir completamente el callo en agua tibia hasta que la piel se ablande (aproximadamente durante 10 minutos).
Piedra pómez
Una piedra pómez es una roca volcánica porosa y abrasiva que se utiliza para eliminar la piel seca. Para usarla solo debes sumergirla en agua tibia unos minutos y luego limar el área afectada por la callosidad.
Lo ideal es realizar movimientos circulares o laterales suaves, y no quitar demasiada piel, ya que puede aumentar el riesgo de sangrado o infección.
Calzado
Nuestro calzado muchas veces es el principal responsable de esos molestos callos. Para evitar este problema, procura comprar zapatos que no sean ni muy ajustados ni muy holgados.
Los expertos aconsejan comprarlos al final del día, cuando los pies suelen mostrarse levemente hinchados por el esfuerzo realizado durante la jornada, y así tener un panorama más preciso de lo que necesitarás para llevar adelante tu rutina.
Higiene
Mantener tus pies limpios es fundamental para que no surjan callosidades. Lávalos a diario con agua, jabón y cepillo.
También córtate las uñas, ya que si son demasiado largas pueden hacer que los dedos empujen contra el zapato y se genere una presión que dé lugar al callo.
Almohadillas
Existen almohadillas especiales contra los callos, cuyo objetivo es aliviar el exceso de presión o fricción alrededor de la callosidad.
Se encuentran en diferentes materiales, como espuma o fieltro, y suelen tener forma de rosca, para redistribuir la presión. Deben colocarse de tal manera que el callo esté en el orificio central.
Otros productos
Además de la fricción, la sequedad es otro factor responsable de que aparezcan callos en los pies ¿Cómo podemos prevenir esta situación? Manteniéndolos hidratados.
Para ello existen muchas cremas y lociones humectantes que disuelve la proteína queratina, responsable de la formación de callos y piel muerta circundante.
¿Pueden los callos ser beneficiosos?
A mediados de 2019, un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard encontró que los callos que se producen por caminar descalzo ayudarían a proteger el pie sin afectar la sensibilidad o forma de caminar, a diferencia de lo que ocurre cuando se usan zapatos.
Para probar su hipótesis, los especialistas examinaron a 103 participantes, 22 adultos de EE. UU. y 81 de Kenia, de los cuales la mitad usaba zapatos para caminar fuera y la otra mitad caminaba descalza regularmente.
Los especialistas evaluaron el grosor de los callos en la planta de los pies, la dureza y rigidez de la piel y los movimientos al caminar.
También estudiaron cómo afectaba a los pies el uso de diferentes tipos de zapatos, como aquellos que no tienen cojines (mocasines o sandalias) o los que tienen suelas acolchadas (zapatos ortopédicos).
Al comparar la sensibilidad del pie, los expertos encontraron que su hipótesis era correcta: sin importar cuán grueso fuera el callo, no parecía afectar la sensibilidad de los nervios plantares, mientras que el uso de zapatos si lo hacía.
«Aunque muchas personas hoy en día prefieren usar zapatos que estar descalzos, estos inhiben la percepción de los estímulos táctiles desde el suelo, y la amortiguación que ofrecen altera la fuerza de impacto, generando consecuencias poco conocidas», detalló el doctor Daniel Lieberman, autor del trabajo publicado en Nature.
Cuándo ver a un doctor
Como señalamos, rara vez los callos son peligrosos, y son pocas las veces que se necesita de una cirugía. Sin embargo, si experimentas hinchazón excesiva, dolor prolongado, enrojecimiento o la presencia de pus o drenaje, deberás consultar a un médico. (HolaDoctor.com).
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