La lactancia materna es una práctica ancestral con innumerables beneficios tanto para el bebé como para la madre. La Organización Mundial de la Salud recomienda dar el pecho en exclusiva durante los primeros seis meses de vida del recién nacido, seguido de una alimentación complementaria adecuada.
Amamantar no solo fomenta el vínculo madre-hijo, sino que también proporciona nutrientes esenciales y defensas contra diversas enfermedades. Además, reduce el riesgo de determinadas patologías en la progenitora, como la diabetes tipo 2 o distintos tipos de cáncer, y acelera su recuperación después de dar a luz.
También ayuda a reducir la incidencia de depresión posparto, ya que genera hormonas como la oxitocina, que mejora el bienestar de la madre.
Sentadas o tumbadas
La Asociación Española de Pediatría recomienda dos posturas principales para dar el pecho: sentada y tumbada de lado. Dentro de las opciones sedentes, las madres pueden optar por colocar al bebé sobre su vientre, apoyarlo lateralmente a su cuerpo (debajo de la axila) o recostarse ligeramente hacia atrás mientras el lactante se alimenta.
La elección de una u otra depende fundamentalmente de la comodidad y de las particularidades individuales de cada lactancia, siendo mucho más frecuente la posición sentada.
Adoptar la mejor postura
Con el fin de averiguar cuál es la mejor postura durante la lactancia, hemos llevado a cabo un estudio biomecánico en situaciones reales. Para ello analizamos las posiciones más comunes, estudiando la colocación de la espalda y la pelvis y la actividad de los músculos lumbares.
Así observamos que la postura tumbada de lado reduce significativamente las demandas musculares, lo que puede minimizar la fatiga y el dolor. Esta posición permite a la madre relajarse, mejorando su experiencia de lactancia. Sin embargo, es fundamental asegurarse de que el bebé esté bien colocado para evitar un mal agarre que cause incomodidad a la madre.
Recomendaciones para evitar el dolor
Para las madres que prefieren dar el pecho sentadas, una silla con un buen respaldo y el uso de almohadas en la zona lumbar pueden ayudar a reducir el dolor, ya que permiten mantener la espalda alineada.
Por su parte, las guías de práctica clínica materna recomiendan utilizar cojines de lactancia. Estos permiten ajustar al bebé a la altura correcta, reduciendo la tensión en la espalda, brazos y cuello. Así se evita que la madre tenga que inclinarse hacia delante y se sobrecargue la columna.
Otra manera de aliviar la tensión acumulada es dar paseos, practicar ejercicios de movilidad y realizar estiramientos sencillos para la espalda y el cuello. Además, los ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico y de la musculatura abdominal previenen el dolor lumbar en el posparto. (The Conversation).
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