Es importante reconocer que hubo un aumento progresivo de los adultos mayores en los últimos años, lo que hizo que el índice de envejecimiento (conocido como la relación entre la cantidad de personas adultas mayores y la cantidad de niños y jóvenes) hubiera pasado de 29,21 % en 2005 a 58,71 %, es decir duplicándose en la última década.
¿Pero qué significa este aumento de la edad poblacional? En términos de salud, se traduce en la necesidad que tenemos todos de conocer cómo cuidar y promover nuestros hábitos saludables de vida, en forma de un “ahorro saludable” que inicia desde la infancia, se extiende por la adolescencia, adultez hasta la vejez.
Para Geraldine Altamar, especialista medicina interna y geriatría de la Universidad de Caldas y miembro de la Academia Latinoamericana del Adulto Mayor, uno de esos hábitos de “ahorro saludable”, consiste en una nutrición adecuada que nos permita mantener huesos y músculos sanos, correcto funcionamiento de sistema y órganos además de prevenir y controlar enfermedades crónicas. A continuación, ella nos da cinco recomendaciones para cuidar la nutrición de nuestros adultos mayores.
1. Mantener una alimentación saludable: es decir consumo de nutrientes de forma variada, equilibrada, e inofensiva. Para esto debemos consumir macronutrientes que son proteínas, grasas y carbohidratos, y micronutrientes constituidos por vitaminas y minerales. Los macronutrientes se encargan de la formación de tejidos, las enzimas, las hormonas, las defensas del cuerpo ante la infección y las células del cerebro, además de proporcionar la energía necesaria para el funcionamiento del cuerpo y los micronutrientes son necesarios para las funciones metabólicas, constituir tejidos e intervenir en la actividad de las hormonas del cuerpo.
2. Los alimentos recomendados para adultos mayores deben ser consumidos diariamente en porciones suficientes y en igual proporción durante el día, esto último es especialmente valido para las proteínas. Se aconsejan proteínas de alto valor biológico, contenidas en lácteos, pescados, carnes magras y vísceras. Pues son necesarias para mantener músculos fuertes y sanos. Además, nos aportan componentes como el Hierro, Selenio, Calcio y Zinc entre otros, los cuales son indispensables para una adecuada respuesta inmunitaria y de la función de la glándula tiroides.
3. Existen otros alimentos necesarios y que deben ser incluidos en la dieta diaria. Estos son los carbohidratos, de los cuales se recomienda el consumo de aquellos complejos, provenientes de verduras, cereales y leguminosas. Las frutas nos aportan carbohidratos para la energía, vitaminas del complejo B y C, y fibra necesaria para movimientos intestinales y así disminuir los problemas causados por el estreñimiento.
Además, las grasas son necesarias como fuente indispensable de componentes esenciales para el funcionamiento adecuado de la respuesta inflamatoria y del transporte de vitaminas liposolubles como la D, la E, la K y la A, necesarias como antioxidantes y para el sistema inmunológico, encargado de las defensas del organismo. Pueden ser consumidas en forma de grasas no saturadas en lácteos y sus derivados y semillas.
4. Evitar suspender definitivamente alimentos necesarios de la dieta: cada vez son más frecuentes las dietas con restricciones de ciertos alimentos, por ejemplo, los lácteos. La leche de vaca y sus derivados son fuente económica y de fácil acceso de nutrientes proteínas, grasas no saturadas, además de micronutrientes como Calcio, Fósforo, Magnesio, Zinc, Yodo, Selenio, y vitaminas como la A, D, B12 y complejo B, es importante evitar suprimirlos de la dieta.
Algunas personas tienen mal digestión a la leche y podría deberse a que no toleran cantidades mayores a 12 gramos de azúcar de leche, o lactosa, que es contenida en un vaso de leche, y desarrollan distensión abdominal y dolor. Se recomienda consumir alimentos como yogur o queso que contienen menores proporciones de lactosa y seguramente serán de mejor digestión sin aparición de síntomas. “Vale la pena anotar que las bebidas vegetales, mal llamadas ´leches vegetales”, no sustituyen nutricionalmente los lácteos pues no contienen lactosa, vitamina D, arginina, lisina y otros péptidos bioactivos que facilitan la absorción del calcio” afirmó la doctora Geraldine Altamar.
Por lo tanto, es necesario reconocer situaciones asociadas como alteraciones visuales, auditivas, ausencia de dientes o en mal estado, prótesis que no ajustan bien, ausencia de saliva por enfermedades o medicamentos generan problemas de agrado a los alimentos, de masticación e ingestión de proteínas y fibra como las contenidas en carnes y verduras, que además favorecen la ingesta excesiva de carbohidratos y grasas de fácil absorción.
Es necesario reconocer enfermedades como depresión, demencia, hipertiroidismo, infecciones agudas o crónicas para determinar el origen de la falta de apetito y generar equilibrio saludable en la nutrición del adulto mayor.