Según el Instituto Nacional de Salud (INS), cada año se reportan en el país 4.282 casos de mujeres que padecen cáncer de tiroides. En estos, la eliminación total de elementos cancerígenos es crucial. Con la toma de muestras de biopsias en cirugía se abre una puerta para detectar tejido residual tiroideo microscópico, que suele permanecer incluso después de una cirugía.
La tiroides es una pequeña glándula en forma de mariposa que se encuentra en la parte frontal del cuello, justo debajo de la nuez de Adán, cuya función es producir hormonas que regulan el metabolismo y la energía del cuerpo.
Aunque pequeña, juega un papel crucial en el óptimo funcionamiento de nuestro organismo. Sin embargo, a veces puede verse afectada por producir pocas o demasiadas hormonas, y en algunos casos el crecimiento descontrolado de las células en la tiroides puede llevar al desarrollo de cáncer.
Con frecuencia en las personas se detectan nódulos en la tiroides (acumulaciones de células benignas o malignas). Si hay sospechas de que estos son malignos o que existe algún riesgo, en la mayoría de los casos el especialista recomienda una tiroidectomía total, o lobectomía, cirugía mediante la cual se elimina la glándula totalmente para tratar el problema.
El doctor Diego Fernando León Sierra, especialista en Cirugía General de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), indica que cuando se realiza una remoción parcial o completa de la tiroides por la presencia de cáncer, los médicos consideran las características del paciente, el tamaño del tumor y la extensión de su invasión para determinar el tratamiento complementario adecuado.
Una de las terapias complementarias a la cirugía que se puede indicar en estos casos es la yodoterapia, que utiliza yodo radioactivo para destruir las células cancerosas restantes después de la cirugía. Dicho tratamiento se administra en forma de cápsula o líquido. “El yodo 131 se usa con la intención de destruir los restos tiroideos que no se ven macroscópicamente o a simple vista”, explica.
Si se encuentran tejidos tiroideos malignos remanentes es necesario eliminarlos debido a la persistencia del cáncer. Del mismo modo, si son benignos, también se recomienda eliminarlos, ya que existe la posibilidad de que se vuelvan malignos en el futuro.
Avances de la medicina
El especialista analizó 1.923 tiroidectomías totales realizadas entre el Instituto de Cancerología Las Américas Auna de Medellín y el Hospital Universitario Nacional de Colombia (HUN) de Bogotá; el 88 % de estas se practicaron en mujeres cuya edad promedio fue de 46 años.
“Después de culminar la cirugía, el primer paso que dimos fue tomar muestras de biopsias del tejido residual que se encontraba en el lecho tiroideo donde estaba la glándula y se enviaron a patología para determinar a qué tipo de tejido corresponderían”, explica.
Así, encontró que, de 1.007 muestras analizadas, 33 presentaban indicios de tejido tiroideo residual y 31 indicaron que se trataba de tejido maligno, es decir que solo el 3 % de las biopsias fueron positivas.
Según el doctor León, “de esas 31 muestras, el 67 % de los pacientes tenían tumores grandes y en estado avanzado”.
Aunque las biopsias que salieron con tejido tiroideo residual solo fueron del 3 % en las muestras, se encontró que el uso de tejidos de biopsias analizadas en láminas (histopatologías) como método diagnóstico resultó ser efectivo, por lo que este enfoque diagnóstico también se considera viable.
“Con este estudio vemos que existen otras formas de buscar los residuos de tejidos tiroideos después de la remoción completa, que son eficaces y que requieren de menos tiempo e inversión”.
Este estudio se desarrolló en el marco del programa de Cabeza y Cuello del HUN, liderado por el doctor Sergio Zúñiga.