Primero que todo, tengamos calma. Cuando se habla del colesterol no debemos referirnos directamente a una sustancia venenosa que entra a nuestro cuerpo para dañarlo. No. El colesterol es vital para nuestro organismo, y si bien es una sustancia grasa, es útil para la producción de hormonas, la síntesis de vitamina D y la formación de membranas celulares.
Sin embargo, se convierte en un problema cuando sus niveles superan los umbrales saludables, puede acumularse en las arterias, formando placas que obstruyen el flujo sanguíneo y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la arteriosclerosis y el infarto de miocardio.
Aquí hay que detenerse en dos puntos importantes, el primero es que el riesgo de sufrir de colesterol elevado aumenta con la edad. En la medida que envejecemos esta cifra puede sufrir, por lo que debemos tomar medidas específicas para prevenirlo. El segundo punto importante, que el colesterol elevado no solo afecta nuestra salud cardíaca, sino la salud de todo el organismo.
De hecho, el impacto es tan importante que la ciencia ha desarrollado medicamentos y hasta vacunas para mantenerlo a raya. Y es que el colesterol afecta el sistema cardiovascular, el funcionamiento cerebral, y hasta se ha asociado con problemas hepáticos ya que, según se explica en Medical News Today, los niveles altos de grasa en la sangre, como el colesterol y los triglicéridos, pueden contribuir al riesgo de desarrollar enfermedad del hígado graso. Total, es mucho lo que podemos evitar si logramos controlar los niveles altos de estas sustancias, pero detectarlos puede ser difícil porque realmente estos suelen ser asintomáticos.
Además de las pruebas que nos indique nuestro médico de cabecera, nuestro mismo cuerpo nos avisa de distintas maneras que algo no está del todo bien. En el caso del colesterol, debemos recordar que obstruye las arterias con lo cual se compromete el flujo sanguíneo. Según la Fundación Británica del Corazón, “cuando el flujo sanguíneo empeora, el cuerpo no puede llevar suficiente sangre, nutrientes y oxígeno a la piel y los tejidos blandos” y esto se refleja de manera especial en los pies, pues están más alejados del corazón.
Las señales de que esto puede estar sucediendo son, según se explica en el portal de esta organización, el entumecimiento o debilidad en las piernas, el dolor persistente, presentar uñas de los pies quebradizas y de crecimiento lento, úlceras en los pies y las piernas, que no sanan e incluso se puede presentar un cambio en el color de la piel que puede verse azulada o pálida. A esto se le conoce como isquemia crítica de la extremidad, debe tratarse inmediatamente y es consecuencia de la enfermedad arterial periférica.
Esta enfermedad se produce por la concentración de depósitos de grasa que contienen colesterol, con lo cual se forman placas en las paredes de las arterias, según se explica en Clínica Mayo. Hay que decir que esto puede afectar a las arterias en todo el cuerpo y puede tener consecuencias fatales.
Esta enfermedad, además, incrementa el riesgo de sufrir un ataque cardíaco con lo cual hay que asumir la prevención dejando el cigarrillo, practicando actividad física, procurando una alimentación equilibrada que limite las grasas sólidas y el azúcar. Por último, y muy importante, siga las instrucciones de los médicos especialistas al pie de la letra. (Yahoo/vida y estilo).