Imagínese acudir a una consulta médica en Rusia o China sin hablar el idioma y que no pueda entender lo que el médico le dice sobre sus síntomas ni el tratamiento que debe seguir. Ahora, piense en tener que depender siempre de un familiar o amigo para comunicarse con un profesional de la salud para poder ser atendido ¿Cómo se sentiría si el médico hablara únicamente con su acompañante y no con usted?
Para muchas personas sordas en Colombia esta es una realidad cotidiana. Las barreras de comunicación en el sistema de salud limitan su autonomía, vulneran su derecho a la privacidad y afectan la calidad de la atención que reciben, según lo indica Ángela Martínez, profesora del Programa de Fonoaudiología de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario.
Estas personas enfrentan barreras invisibles que comprometen su derecho a la salud, desde la falta de intérpretes hasta la escasa sensibilización del personal médico sobre sus necesidades específicas. La población sorda en el país enfrenta un riesgo elevado de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, depresión y obesidad, explica Laura Izquierdo, estudiante de Doctorado de Salud Global de la Universidad de Ginebra.
Las tasas de violencia de pareja y suicidio, así como la exposición a trastornos por el uso de opioides, son significativamente mayores en comparación con la población oyente, señala Izquierdo, al citar información del estudio La salud actual de la comunidad de sordos en el Reino Unido en comparación con la población general.
¿Por qué esta problemática sigue siendo invisibles para la sociedad?
Frente a esta realidad que viven la comunidad sorda en el país, en 2022 nace un proyecto de investigación desarrollado por la Universidad del Rosario, en colaboración con la Escuela de Ginebra de Ciencias de la Salud y la Universidad de Ginebra, ambas en Suiza. Su objetivo es visibilizar y transformar la experiencia de la comunidad sorda en el sistema de salud nacional.
El proyecto ha avanzado en diversas etapas, como la adaptación lingüística y cultural de una encuesta sobre prioridades de salud, un ensayo clínico sobre la efectividad de una intervención tecnológica y entrevistas con profesionales sanitarios, intérpretes de lengua de señas colombiana y personas sordas, dijo Laura Izquierdo, quien lidera el proyecto.
“Los hallazgos de nuestro estudio revelan que uno de los mayores desafíos es la comunicación. La escasez de intérpretes de lengua de señas en hospitales y centros médicos obliga a muchas personas sordas a depender de familiares o amigos para recibir atención. Otras, en un esfuerzo por mantener su autonomía, recurren a notas escritas, lo que genera información poco clara, especialmente cuando el español escrito no es su lengua dominante”, explica la investigadora de la Universidad de Ginebra.
Esta barrera no solo dificulta la comprensión de diagnósticos y tratamientos, sino que también intensifica sentimientos de vulnerabilidad y aislamiento, haciendo que sus necesidades sean aún más invisibles. Incluso cuando se cuenta con intérpretes, muchas personas sordas temen que la confidencialidad se vea comprometida, lo que afecta su confianza en el sistema de salud y reduce su disposición a buscar atención médica, afirma la experta.