El pie de atleta u hongo en el pie (Tinea pedis) es una infección fúngica que suele originarse y desarrollarse entre los dedos del pie.
Esta afección no debe confundirse con la onicomicosis, que ocurre cuando el hongo infecta, pero se limita a las uñas del pie.
Puntos clave
El pie de atleta u hongo en el pie es una infección fúngica que generalmente comienza entre los dedos del pie, sus síntomas incluyen sarpullido con descamación, comezón y ardor.
Aunque existen cremas antimicóticas, puedes optar por soluciones naturales y remedios caseros para evitar esta infección o detener su propagación.
Las más populares incluyen baños de pie con ajo, cebolla, vinagre, aceites esenciales (especialmente de árbol de té o Neem), bicarbonato de sodio o sal marina.
Puedes prevenir su aparición usando talco y zapatos ventilados o livianos, cambiando tus calzado o calcetines cuando los pies suden mucho o evitando compartirlos con otras personas.
El pie de atleta se caracteriza por producir una erupción rojiza y escamosa, que suele comenzar entre los dedos. En algunos casos incluso se pueden apreciar ampollas o úlceras.
Esta infección puede afectar un solo pie, ambos y también propagarse a la mano, especialmente si te rascas, ya que es contagiosa. Suele trasmitirse por pisos, ropa, toallas o superficies contaminadas.
Normalmente, ocurre por usar calzado o calcetines ajustados o húmedos durante mucho tiempo (especialmente en temporadas de calor y humedad).
Aunque existen cremas antimicóticas de venta libre para ayudar a controlar el pie de atleta, puedes recurrir a remedios caseros y cuidados higiénicos para prevenirlo.
Ajo o cebolla
El ajo (Allium sativum) y la cebolla (Allium cepa) pertenecen al género Allium. Además de compartir un característico aroma y sabor, tienen propiedades medicinales en común.
El ajo cuenta con una larga traición medicinal, al punto que las personas lo usaban en un principio como remedio y no como alimento.
Diferentes investigaciones se concentraron en estudiar los efectos de uno de sus compuestos, el ajoeno, que le confiere su particular olor y sabor.
Al ajoeno se le atribuyen propiedades antifúngicas, incluso existe evidencia que respalda sus efectos positivos contra el pie de atleta.
Para utilizarlo, solo debes triturar de 3 a 4 dientes de ajo y mezclarlos en un recipiente con 1 ½ a 2 litros de agua.
Remoja los pies durante 20 a 30 minutos en esta solución hasta 2 veces al día.
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Tras una semana, los expertos aseguran que se empezará a ver un progreso. Precaución: el olor a ajo puede ser duradero y difícil de eliminar.
La cebolla posee alicina y la aliina, compuestos responsables de sus efectos antibacterianos y antifúngicos.
De forma similar al baño de pie con ajo, puedes procesar una cebolla para obtener su jugo. Empapa en algodón para aplicar sobre la zona dañada. Este procedimiento debe realizarse con los pies limpios.
Tras dejar actuar al jugo de cebolla durante unos minutos, debes retirarlo con agua tibia, secar bien y luego colocar talco para prevenir la humedad.
Aceites esenciales
Los aceites esenciales son concentrados de materia prima vegetal, es decir, árboles, flores, hojas, plantas o raíces. Se destacan por su intenso aroma, volatilidad, ligereza, y por su uso con fines medicinales.
Para tratar el pie de atleta, se destacan dos de ellos: el aceite esencial de árbol de té y el aceite esencial de Neem.
El aceite del árbol del té se obtiene mediante la destilación al vapor de hojas y ramas del árbol de té, un arbusto de la familia Myrtaceae llamado Melaleuca alternifolia.
La evidencia científica disponible muestra que soluciones con proporciones del 25 a 50 % de árbol de té, fueron significativamente más eficaces para aliviar el pie de atleta que los placebos, disminuyendo la inflamación, escamado y ardor.
Precaución: si decides usar aceite esencial de árbol de té, deberás diluirlo antes de aplicarlo. Si lo colocas directamente sobre la piel puede provocar erupciones e irritación.
Para no correr riesgos mezcla un par de gotas en un aceite portador, como el de oliva o coco, y luego aplica con un algodón sobre la zona afectada. Otra opción es comprar cremas o lociones que ya contienen una dosis diluida de aceite de árbol de té.
A diferencia del aceite esencial de árbol de té, el de Neem puede aplicarse directamente sobre la zona afectada hasta dos veces al día. Su potencial antifúngico puede disminuir muchos de los síntomas del pie de atleta. Sin embargo, consulta con un profesional de la salud antes de recurrir a esta opción.
Baños de sal y vinagre
La sal marina se obtiene de la evaporación del agua del mar. Normalmente no se procesa, y eso le permite retener cantidades muy pequeñas de minerales como magnesio, potasio y calcio.
Se la vincula con fuertes propiedades antibacterianas y antifúngicas, capaces de evitar o detener la propagación del pie de atleta.
Una buena forma de aprovecharla es mediante baños de pie, preparándola en una solución junto a otro poderoso antifúngico natural: el vinagre. Aunque este es un reconocido aderezo, posee ácido acético, un compuesto con gran poder antiséptico y fungicida.
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Prueba mezclar media cucharada de sal marina y media taza de vinagre por cada taza de agua tibia. Combina bien los ingredientes y sumerge los pies durante 20 a 25 minutos. Repite este tratamiento unas 2 veces al día, durante 2 semanas.
Bicarbonato de sodio
El bicarbonato de sodio, también llamado bicarbonato sódico, carbonato ácido de sodio o bicarbonato de soda, es un compuesto cristalino de color blanco con un leve sabor amargo y salado.
No solo es una opción eficaz para obstaculizar el desarrollo del pie de atleta, según mostraron distintos estudios, sino también un insumo que la mayoría de las personas tiene en sus casas.
Puedes remojar el pie afectado en una solución de media taza de bicarbonato de sodio en un cubo de agua tibia. Déjalo reposar alrededor de 20 minutos y luego retira y seca bien. Repite este procedimiento hasta dos veces al día.
Cómo prevenir el pie de atleta
Ten en cuenta los siguientes cuidados para no tener que lidiar con el pie de atleta:
Cambia tus medias regularmente: no existe un número universal, cada vez que sientas que tus pies están muy transpirados deberás cambiarte las medias.
Cuida tu pie: usa talco diariamente, preferentemente antifúngico.
No compartas los zapatos: este intercambio puede favorecer la propagación de la infección fúngica.
Pies secos: es importante mantenerlos libres de humedad, especialmente entre los dedos, ya que eso favorece el crecimiento de microrganismo dañinos. Secarte bien después de la ducha y estar descalzo puede ayudar a airear los pies mientras estás en casa.
Protege tus pies en lugares públicos: usa sandalias o zapatos para el agua cuando estés en piscinas públicas, duchas y vestuarios.
Rota los zapatos: no uses el mismo par de zapatos todos los días, esto ayudará que se sequen correctamente y no favorezcan la humedad en tus pies.
Usa zapatos livianos y ventilados: en lo posible, evita usa zapatos hechos con materiales sintéticos, como vinilo o goma. (Hola Doctor).