Es sorprendente descubrir que el sexo influye en muchos aspectos de nuestras vidas, no solo en una alcoba o como parte de una relación. De hecho, se sabe que no siempre implica amor, placer y bienestar. Muchas veces es también trauma, miedo y angustia. Una de esas sensaciones es la erotofobia, que es fobia al sexo.
Un ejemplo conocido dentro de la cultura pop es cómo esta fobia al sexo influyó en un periodo de la obra artística de la famosa artista japonesa Yayoy Kusama. Según se refiere en el portal Historia del Arte, la artista manifestó que su fobia al sexo y al romanticismo es consecuencia de traumas infantiles, cuando su madre le encargaba espiar a su padre siendo infiel.
Quienes padecen esta fobia suelen tener tienen varios y síntomas importantes, pero el hecho es que, como todo lo relacionado con el sexo, cada individuo puede vivirla de manera diferente. Así lo explica la psicóloga Rosa Soria, quien menciona que este problema emocional no tiene nada que ver con el amor que sentimos por la pareja.
Para comprender la erotofobia hay que observar los comportamientos que tenemos en relación a las relaciones sexuales. Soria enumera, en un artículo de su autoría, que las señales más claras para determinar algún tipo de fobia al sexo son, en primer lugar, el miedo a tener relaciones íntimas. Esto no tiene nada que ver con la pareja ni con los sentimientos hacia ella.
Luego, el contacto físico incomoda e intimida, e incluso puede que genere asco y que sintamos que puede ser peligroso para la salud. Otra señal es que el juego de seducción previo al sexo resulta aburrido, pesado, como si fuese una obligación.
Si no se tiene pareja, se evade cualquier posibilidad de tener cualquier tipo de relación romántica. Por último, un caso muy evidente, es que se evitan las relaciones sexuales. Incluso esto puede ser un motivo por el cual el matrimonio se convierta en una relación sin sexo permanentemente.
Es importante destacar que la erotofobia no es un solo tipo de miedo, sino que son muchos. El miedo a ser vulnerable, miedo a la intimidad, miedo o fobia a ciertas partes del cuerpo e incluso el vaginismo, que convierte las relaciones sexuales en una auténtica tortura.
Qué hacer
Definitivamente las fobias de ningún tipo, ni siquiera las que tenemos hacia los insectos, son cosa sencilla. Las fobias generan un abanico de síntomas y emociones que pueden ser sumamente complicados, por lo cual es muy importante considerar buscar ayuda profesional para obtener las herramientas que nos guíen hacia una vida normal y sin angustias.
Asimismo, es necesario revisar qué expectativas tenemos con relación al sexo, así como también revisar cómo influye en nuestro desempeño en una relación nuestro contexto, nuestra historia, las referencias que tenemos acerca de lo que es el sexo, nuestras creencias. Incluso la crianza y los patrones familiares pueden estar involucrados en generar ese rechazo profundo a tener relaciones sexuales.
Una buena comunicación con la pareja, si es el caso, servirá de apoyo para tomar la decisión de visitar a un experto, e identificar con objetividad las sensaciones que tenemos ante la situación que nos incomoda nos ayudará a tomar acciones efectivas para solucionarlo. (Yahoo/vida y estilo).