“Tejer la paz” y “el buen vivir” son conceptos que, dentro de la forma de ver el mundo por parte de las naciones indígenas, permiten comprender la relación armoniosa que existe entre el ambiente, el individuo y el territorio, basada en una calidad de vida que no se rige por los sistemas de producción y bienestar del modelo de desarrollo sino por los lineamientos de la Ley de Origen. Construir la paz forma parte del buen vivir.
La investigadora social Yusmidia Solano, docente de la UNAL Sede de La Paz, señala que este espacio busca formar herederos de la CEV, generar actitudes de construcción de paz y garantizar que los hechos de guerra no se repitan, además de facilitar creadores de contenido que amplíen desde el territorio los testimonios y documentos del Informe de la CEV.
Cabe anotar que al menos 453.018 indígenas fueron víctimas de acciones violentas en el país como el confinamiento, el desplazamiento forzado y el hostigamiento, según el informe más reciente de derechos humanos de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). En 2022 fueron asesinados 42 líderes indígenas.
Frente a esta situación, en el tomo titulado “Resistir no es aguantar, violencias y daños contra los pueblos étnicos de Colombia”, del Informe Final entregado por la CEV, se relatan los hallazgos en torno a la violencia que por generaciones ha afectado a las comunidades, culturas y territorios de los pueblos étnicos en Colombia.
El documento expone, entre otros hallazgos: el trato colonial y el racismo estructural como una de las violencias históricas que han padecido las comunidades étnicas, que se naturalizaron y justificaron en discursos y prácticas por parte de los actores del conflicto armado; la invisibilidad que han sufrido estos pueblos y ha truncado el acceso a sus derechos y el reconocimiento de su realidad; las graves afectaciones a la pervivencia e identidad cultural como pueblos; y la invasión a los territorios, el sometimiento, desplazamiento y exilio de las comunidades.
El Dane reportó 12.242 personas que se reconocen como pertenecientes al pueblo kankuamo, de las cuales el 48,62 % son hombres (6.182 personas) y el 51,38 % mujeres (6.532 personas). La mayoría de ellos se concentra en el departamento del Cesar, en donde habita el 96,29 % de la población; le sigue La Guajira con el 1,30 % (165 personas) y Bogotá con el 0,87 % (111 personas).
Detalles del diplomado
El diplomado, que inició el 26 de junio y culminará el 30 de julio, se realiza completamente de manera virtual. El 85 % de los estudiantes son del pueblo indígena kankuamo y el 15 % son estudiantes de la UNAL Sede de La Paz.
“La modalidad es asincrónica, lo que significa que los estudiantes del diplomado podrán manejar sus propios tiempos y aprender a su ritmo de trabajo, realizando un aprendizaje autónomo, a través de la plataforma Classroom, donde encontrarán contenidos y recursos educativos disponibles como videos, infografías y documentos, entre otros”, manifestó la investigadora Solano.
La idea es que al finalizar el diplomado, los participantes sean capaces de analizar, apropiarse y socializar el legado del informe final de la CEV. También podrán replicar algunas de las experiencias mediante el uso y la exploración de los contenidos digitales, para que, como herederas y herederos, impulsen los compromisos hacia la implementación de sus recomendaciones.
Dentro de los contenidos de esta iniciativa están: historias de víctimas y responsables con una perspectiva de cómo la violencia afectó su vida cotidiana; los periodos del conflicto colombiano, los hitos que han marcado la historia y las explicaciones clave de esta evolución, así como los factores de persistencia hasta la actualidad.
De la misma manera se contempla explicar las dinámicas locales del conflicto armado en diferentes regiones del país y analizar los impactos de este en los pueblos étnicos.
Para agosto está prevista una segunda versión del diplomado, pero con enfoque en las mujeres.