Para prevenir el deterioro de la piel y conseguir que funcione adecuadamente debemos beber mucha agua, realizar ejercicio a diario, consumir una dieta saludable y protegernos contra el sol.
Esta última precaución se vuelve más importante durante los cálidos meses de verano, sin importar el tipo o color de piel. Afortunadamente, existen medidas sencillas que se pueden tomar para no correr ningún riesgo.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y se divide en dos capas, epidermis y dermis, que le permiten regenerarse, ser impermeable, resistente, flexible y mantenerse activa las 24 horas del día. Entre sus principales funciones se encuentra:
Funcionar como una barrera protectora, debido a que tiene una variedad de mecanismos celulares e inmunológicos que nos cuidan de enfermedades, temperaturas extremas y lesiones como golpes o quemaduras. También absorbe lo que resulta beneficioso para el organismo y filtra aquello que es dañino.
Funcionar como receptor. Sus terminaciones nerviosas permiten que el cuerpo reciba los estímulos que nos produce el tacto. Se estima que por cada cm² de piel podemos encontrar más de 4.500 receptores sensitivos, que envían información inmediata al cerebro.
Controlar el metabolismo, reteniendo sustancias importantes, manteniéndonos hidratados y eliminando sustancias nocivas. También es capaz de regular la temperatura corporal.
Absorber y distribuir la vitamina D. Esta escasea en la mayoría de los alimentos, por este motivo debemos obtenerla mediante la exposición de la piel al sol.
La piel también puede sufrir infecciones, como celulitis, foliculitis o impétigo, y enfermedades, como acné, eczema, psoriasis o cáncer, entre otras.
Efecto del sol sobre la piel
Se considera a las personas caucásicas más sensibles al daño provocado por el sol, especialmente durante el verano, en comparación a los hispanos o afroamericanos.
Esto se debe a la menor producción de melanina, pigmento que le da color a la piel y que en grandes cantidades reduce la penetración de los rayos ultravioletas (UV).
Una piel medianamente oscura filtra la radiación UV hasta dos veces más que una piel clara, según informa el Instituto Nacional del Cáncer.
Pero que esto no te engañe, a pesar de que los hispanos o afroamericanos no se queman tan rápido como los caucásicos, pueden sufrir las consecuencias de la exposición solar de todos modos. Las señales más comunes son enrojecimiento, dolor, calor o tensión en la piel.
Ten en cuenta estos consejos para no correr ningún riesgo durante el verano:
Cuídate del sol
Durante el verano es común llevar poca ropa o prendas cortas, sin embargo, pasar mucho tiempo al sol puede generar marcas en la piel.
En el caso de las personas con piel clara, líneas finas o arrugas, mientras que en aquellos que tienen la piel oscura se verán cambios en la pigmentación, normalmente manchas oscuras o tonos disparejos a lo largo de la piel.
Para evitar problemas, los expertos recomiendan cubrir la mayor parte del cuerpo con ropa ligera. Así protegeremos la piel sin pasar demasiado calor.
Usa un buen protector
Sin importar tu color de piel, utiliza un protector solar de 30 SPF, recomienda la Academia Estadounidense de Dermatología. También aconseja realizar aplicaciones cada dos horas o inmediatamente después de nadar o sudar mucho.
Procura usar una buena cantidad de protector solar, especialmente en zonas que pasan desapercibidas, como dorso de pies y manos, orejas o cuello.
Para evitar protectores espesos, pastosos o blancos la mejor opción requiere de ensayo y error, pero puedes comenzar consultado por fórmulas más líquidas y transparentes.
Recuerda, cuando está nublado debes cuidarte igualmente, ya que las nubes solo pueden llegar a filtrar hasta el 20% de la radiación UV. Estas medidas de precauciones también se extienden para cuando estés nadando, puesto que el agua solo filtra los rayos UV en un 50%.
Controla la piel
A pesar de que el cáncer de piel es menos frecuente entre las personas de piel oscura, estas poblaciones registran tasas más altas de mortalidad por esta enfermedad.
La evidencia científica indica que esto puede deberse a que tanto los afroamericanos como los hispanos suelen ser diagnosticados cuando la enfermedad ya está avanzada.
Esta situación se debe a que las primeras señales raramente son advertidas, a que este tipo de cáncer luce diferente según la piel y a que los profesionales no suelen concebir la posibilidad de esta enfermedad cuando se trata de personas con piel oscura.
Cualquier cambio en la piel, manchas, cambios de color, aparición de lunares o modificaciones en la textura, merece ser evaluado por un dermatólogo.
Áreas peligrosas
A diferencia de los caucásicos, que típicamente desarrollan cáncer de piel en aquellas zonas que tienen mayor exposición a los rayos UV, los afroamericanos pueden desarrollarlo en las plantas de los pies, sus palmas o debajo de las uñas.
Otro aspecto que no se debe descuidar son las cicatrices, especialmente las causadas por quemaduras termales o químicas. Intenta cubrirlas para reducir su exposición al sol.
Las zonas donde se encuentran las cicatrices tienen mayor probabilidad de desarrollar cáncer de piel. Si ves que esta cambia de forma, se inflama o se altera, no dudes en consultar con un profesional.
Quiénes están en mayor riesgo
Como explicamos, todos estamos en riesgo de sufrir daños por la exposición constante al sol durante el verano. Sin embargo, los siguientes grupos deben tener un cuidado especial:
Menores de 6 meses, ya que no pueden usar protector solar.
Menores de 1 año, ya que no se recomienda el uso regular de protectores en estos casos. Consulta un profesional de la salud por fórmulas especiales.
Personas con antecedentes de cáncer de piel.
Personas con cáncer.
Personas con enfermedades fotosensibles, como Lupus.
Personas con infecciones cutáneas.
Personas que usan medicamentos con efectos fotosensibilizantes, como antibióticos, diuréticos o fármacos para la presión.
Personas que tienen muchos lunares. (HolaDoctor.com).